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¿Falta de ética en la práctica de la Ciencia Cristiana?

Del número de abril de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Por qué es que inmediata e instintivamente nos damos cuenta de que no puede haber falta de ética en la práctica de la Ciencia Cristiana? ¿No es acaso porque la práctica de esta Ciencia es la práctica de la ley invariable de Dios, y esta ley no permite desviación de la regla del Principio, de la Verdad y del Amor? La Sra. Eddy dio respuesta, en cierta ocasión, a la pregunta “¿Cómo definiría usted la Ciencia Cristiana?” de esta manera: “Como la ley de Dios, la ley del bien, que interpreta y demuestra el Principio divino y la regla de la armonía universal”.Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 1. La práctica de esta ley es una práctica sanadora y una práctica moral.

La naturaleza invariable de la ley de Dios es lo que nos da la certeza de que esta ley está siempre disponible y de que siempre se puede aplicar por completo a nuestras necesidades humanas. Pero la invariabilidad de esta ley tiene dos filos. Está disponible invariablemente, pero a la manera de Dios. No podemos variar la ley divina para satisfacer nuestros propósitos personales. Tenemos que aceptarla tal como es, como Dios la estableció en Su sabiduría infinita. Debemos ajustarnos a sus requisitos con todo nuestro corazón si hemos de situarnos en el camino de su acción y sus bendiciones. No podemos obstinada o ignorantemente infringir la ley de Dios y esperar al mismo tiempo recibir beneficios de su acción autovigente.

La ley humana es eficaz sólo cuando se pone en vigor. La ley de Dios, no obstante, es vigente por sí misma. No depende de nadie para ser eficaz; siempre está activa en todas partes. La obediencia a esta ley, el hacer que nuestros pensamientos y acciones estén en sincera conformidad con su funcionamiento, abre y prepara nuestro corazón para recibir sus bendiciones infinitas. Desobedecerla cierra nuestro pensamiento a sus beneficios, y de este modo los perdemos. Por lo tanto, la ley de Dios invariablemente se pone en vigor a sí misma.

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