¡Necesidades elementales! Cuando hablamos de esto ¿no nos referimos a lo mínimo que necesitamos para vivir? Pero si tuviéramos una idea clara de cuáles son las verdaderas necesidades, nos daríamos cuenta de que son lo único que realmente necesitamos; o, por lo menos, serían para nosotros tan importantes, que todo lo demás, en comparación, sería secundario.
Mi familia pasó por una época en la que no teníamos el dinero para hacer frente a las necesidades del día siguiente. Aunque no era la primera ni la última vez que nos encontraríamos frente a problemas de tal magnitud, fue una época memorable en la que teníamos plena oportunidad de pensar sobre lo que, para nosotros, era auténticamente valioso. Y hubo un factor común que nos unió. Descubrimos que no había nada que deseábamos más que amor, confianza, esperanza y sentirnos cerca de Dios.
Decidimos leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy de principio a fin. Y lo leímos teniendo presente una pregunta primordial: ¿Qué es lo que se requiere de nosotros? Ocurrieron grandes cambios en nuestra vida. No diré que fuimos bendecidos con una enorme afluencia de dinero. De hecho, tuvimos que vender algunos de nuestros bienes para poder seguir las indicaciones que, según sentíamos, nuestras oraciones nos daban. Sin embargo, realmente aprendimos mucho acerca de aquello en lo que en verdad confiábamos. Y llegamos a sentir que, lo que más necesitábamos en la vida era aprender dónde poner nuestra confianza.
La confianza es de esencial importancia para la curación cristiana. Y la curación cristiana es de esencial importancia para nuestras vidas. La curación cristiana no nos vuelve a poner simplemente en la rutina material de la existencia física. Más que la simple restauración de un cuerpo o de una vida, nos lleva más allá de la materialidad y comienza a desarrollar en nosotros la vida en Dios. Esta Vida no está a merced de las tensiones constantes de la voluntad humana y la miseria y el poder. Tal vez lo más importante es que tal forma de vivir está circundada de una firme confianza en el bien, una confianza tan firme que no se abruma por el temor o el odio, ni siquiera por la amenaza de la muerte.
Desde el principio, Ciencia y Salud toca el tema de la confianza. Varias veces en las primeras veinte páginas, el libro dirige nuestros pensamientos hacia aquello en lo que confiamos y lo que significa la confianza. En una parte la Sra. Eddy advierte: “Con cierta clase de fe confiamos nuestro bienestar a otros. Con otra clase de fe comprendemos al Amor divino y cómo llevar a cabo la obra de nuestra ‘salvación con temor y temblor’. ‘¡Creo; ayuda mi incredulidad!’ expresa la ineficacia de una fe ciega; mientras que el mandato: ‘¡Cree... y serás salvo!’ exige una seguridad en sí mismo digna de confianza, que incluye comprensión espiritual y confía todo a Dios”.Ciencia y Salud, pág. 23.
La Sra. Eddy alude a una de las curaciones de Cristo Jesús. Un padre, que debe haber amado mucho a su hijo enfermo, sentía temor. Los discípulos de Jesús no habían podido ayudarlo y ahora el hombre recurría a Jesús. En pocos momentos el hijo estaba libre del “espíritu inmundo” que lo había atormentado desde niño. Luego, los discípulos preguntaron a Jesús por qué no habían podido sanar al paciente. La respuesta de Jesús fue breve: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno”. Ver Marcos 9:29. Una respuesta tan concisa se presta a varias interpretaciones. Pero, cualquiera que sea la forma en que seamos guiados a comprender la necesidad, es claro que Jesús se refería a algo más que una simple “reparación rápida”.
En efecto, ¿no era éste el mensaje que Jesús trajo a luz a través de su vida? Sus obras sanadoras fueron la consecuencia de una reorientación de vida poderosa y transcendente. Era una reorientación referente a las cosas que uno ama y anhela y, en última instancia, a las cosas en que uno confía.
Fundamentalmente, esta es la forma en que sana la Ciencia Cristiana. Es la acción o reorientación espiritual que se lleva a cabo, en cierta medida, tanto en el sanador como en el paciente. La Ciencia Cristiana nos aparta de la materia en la materia y comienza a hacernos más receptivos a la naturaleza espiritual de los afectos duraderos y de una vida digna de confianza. Es muy apropiado que esta Ciencia de la curación se manifieste en algo tan básico como la Biblia y Ciencia y Salud. Pero con el tiempo descubrimos que la Ciencia, o ley divina, es algo que no sólo se manifiesta en los libros, sino en nuestra comprensión espiritual que lo confía todo a Dios.
El verdadero propósito de nuestra vida es eliminar todo lo que quisiera cubrir u oscurecer el puro sentido espiritual de nuestra unidad y eternidad con Dios. No es una búsqueda codiciosa, es más una búsqueda en la que las confianzas y ambiciones materiales ceden. Lo maravilloso es que, cuanto menos preocupados y codiciosos sobre lo material nos volvamos, tanto mayor será el amanecer en nuestras vidas de la bondad, la presencia y el cuidado infinitos de Dios. Tal espiritualización de nuestra vida finalmente la libera de restricciones, en lugar de quitarle lo que es auténticamente necesario.
Como consecuencia, tal vez algunos lleguen a vivir con menos cosas materiales, y ciertamente viviremos con menos ansiedad y envidia. Tal vez otros lleguen a tener más, lo suficiente para ayudarles a estar al servicio del propósito de Dios. Pero cada uno de nosotros comenzará a hacerse receptivo a la acción de la ley divina. Por medio de esta ley tendremos la capacidad para vencer el mal, el cual oculta la verdadera naturaleza del hombre como la semejanza de Dios, y para confiar naturalmente todo a Dios.
Mejor es confiar en Jehová
que confiar en el hombre.
Mejor es confiar en Jehová
que confiar en príncipes...
Mi fortaleza y mi cántico es JAH,
y él me ha sido por salvación.
Salmo 118:8, 9, 14