A veces un corazón que ora
Es cual gaviota perdida,
Cansada, lejos de la costa,
Que se posa sobre un agitado mar.
Levantándose y hundiéndose
Con el flujo y reflujo
De las olas oscuras,
Hasta...
¡El amanecer!
Entonces, en la claridad
De esa nueva luz,
Flotando segura
Sobre la vivificante Verdad,
El corazón extiende al cielo
Sus confiadas alas,
Renovadas por la Vida,
Ahueca el aire refrescante...
¡Y se eleva!
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