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¿Quién es este Unico adorable?

Del número de octubre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Tal vez muchos de nosotros tendríamos que admitir que, en realidad, no hemos pensado en adorar a Dios recientemente. No obstante, el sentido espiritual del Padre Nuestro que se da en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, interpreta “Santificado sea Tu nombre” como “Unico adorable”. Y los artículos de fe de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens) requieren que reconozcamos y adoremos “a un solo Dios supremo e infinito”.Ciencia y Salud, págs. 16, 497.

Es posible que la dificultad se deba a que, en parte, nuestro sentido de la palabra adorable haya caído en tiempos difíciles. Los jóvenes hablan de adorar a las estrellas del “rock” o de adorar un nuevo sabor de helado. Pero la dificultad no consiste realmente en negarse a utilizar la palabra. Consiste en algo más profundo que eso, y podemos ver que se relaciona con una pregunta en el libro de Isaías. El profeta pregunta en nombre de Dios: “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo”. Isa. 40:25. Si tenemos tantas cosas en nuestra vida que son tan o más importantes que Dios, es probable que no tengamos motivo para adorarlo, es decir, amar a Dios con total dedicación y devoción. Si El es uno entre muchos, simplemente, El no es para nosotros el Santo.

Si estamos tan ocupados tratando de hacer que “funcione” la Ciencia Cristiana, que no hemos estado realmente ampliando nuestro concepto acerca de Dios, tal vez debamos detenernos y reflexionar. En realidad, para practicar la Ciencia Cristiana con eficacia, es necesario obtener un concepto mucho más amplio de Dios, avanzando cada vez más hacia la comprensión de Su totalidad y unicidad.

La Ciencia Cristiana lleva la pregunta de Isaías a una conclusión lógica. Hace evidente la gran importancia de tener sólo una base del ser, no dos: tener a la Mente, Dios, y no materia y mente. La Sra. Eddy lo resume en muy pocas palabras: “La totalidad de la Deidad es Su unicidad”.Ciencia y Salud, pág. 267.

Hacemos bien en preguntarnos: ¿Quién es este Unico adorable a quién estoy tratando de obedecer y no tener a ningún otro? Tener, incluso, parte de la respuesta es tener mucho más gozo, curación y bondad en nuestras vidas.

Cuando empezamos a comprender que Dios es, de hecho, la fuente de toda la bondad, luz y amor que valorizamos, entonces es más que natural pensar en términos de adorar. Como fuente de amor, El es todo Amor, y no sólo amoroso.

Por lo tanto, podemos sentir amor verdadero al recurrir al Dios único, y no un sentido de frialdad, duda o vacío. Esto último es el tergiversado cuadro mental de lo que, según la mente mortal, significaría acercarse a Dios. Para el sentido material, el Espíritu es un vacío porque simplemente no se ve. Pero la espiritualidad sabe que el Espíritu es la grande y única sustancialidad, Vida y realidad. La mente carnal puede que argumente, con engaño, que adorar a Dios sería perder contacto con el hombre, aunque el ejemplo de la vida de Jesús echó por tierra ese engañoso razonamiento. El unió claramente los dos grandes mandamientos de amar a Dios y de amar a nuestro prójimo. Amar a Dios es amar al hombre. Expresar amor es saber más de Dios. A medida que realmente nos acerquemos más a Dios, sentiremos el casi inexpresable sentido de la completa realidad del Amor. Todo amor desinteresado que hayamos sentido, por poco que sea, parece ser sólo una pequeña parte de lo que estamos viendo y sintiendo.

Las declaraciones de la Sra. Eddy acerca de su sentido espiritual del Amor divino son sumamente poderosas. Es interesante notar que esas declaraciones tienen cierta similitud con otras que se han hecho a través de los siglos. Eso no es sorprendente. Confiamos y esperamos que aquellos que experimentan algo objetivamente real, pongan por escrito declaraciones similares. Muchos lo han hecho.

William Law, un clérigo inglés de los años 1700, escribió esto refiriéndose a Dios: “El es el Bien, el invariable, la fuente desbordante de bien que no envía nada sino bien por toda la eternidad. El es el Amor mismo, el puro e inmensurable Amor, que nada hace sino por amor, que nada da sino dádivas de amor a todo lo que El ha hecho, que no exige nada a todas sus criaturas sino el espíritu y frutos de ese amor, el cual les dio vida. ¡Oh, cuán bella es esta contemplación de la altura y profundidad de las riquezas del Amor divino! Con qué atracción debe llevar a que todo hombre pensante devuelva amor por amor a esta fuente desbordante de bondad sin límites”. Citado en Anne Fremantle, ed., The Protestant Mystics (Boston: Little, Brown and Company, 1964), pág. 119.

De igual manera, la Sra. Eddy escribe que “... a medida que el pensamiento asciende la escala del ser a una consciencia más divina, Dios llega a ser para mí lo mismo que lo fuera para el apóstol que dijo: 'Dios es Amor' — el Principio divino, que yo venero; 'y así sirvo al Dios de mis padres’ ”.Escritos Misceláneos, pág. 96. No obstante, hay una gran diferencia en el punto de vista de la Sra. Eddy. Aquí la extraordinaria revelación es de Amor ilimitado, Amor verdaderamente infinito, un Amor tan penetrante que es el Principio único del universo y del hombre. Ni la muerte, ni el dolor, ni el odio, ni la materia existen para limitarlo en ninguna dimensión, en ningún momento. Sencillamente no hay ningún poder igual ni opuesto.

Para ser sinceros, tenemos que admitir que pocos de nosotros hemos captado en una forma semejante el concepto del Amor divino en su totalidad. Y esta sinceridad es extremadamente importante, este conocimiento de saber cuándo estamos diciendo palabras y cuándo estamos experimentando lo verdadero. Sin embargo, es el Amor ilimitado y sin oposición lo que respalda a la Ciencia Cristiana. Esto es lo que somos capaces de reconocer, de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Y esta es la razón por la cual es posible la curación del pecado y la enfermedad.

Cada vez que mejoramos nuestro punto de vista acerca del Amor, somos instados a seguir adelante, a abandonar todo lo que necesite ser abandonado para conservar ese punto de vista con más firmeza, ya sea temor o sensualidad o una convicción profundamente arraigada de que la existencia material es una “realidad” tangible. Con este progreso espiritual empezamos a ver una frase familiar de Ciencia y Salud con nuevos ojos: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494.

¿Quién no se ha preguntado en una u otra ocasión?: ¿Es realmente verdad que el Amor ha respondido a toda necesidad humana? ¿Qué decir de tal o cual? ¿Fue respondida esa necesidad? Pero esto sería una mala interpretación, desde el punto de vista de pensar que el Amor es limitado, como una persona que puede o no ser capaz de responder a una necesidad adecuadamente. El Amor, acerca del cual está hablando la Ciencia Cristiana, es el Amor recién revelado en el centro del ser, con una refulgencia tal, que su luz cambia la manera en que vemos todo. Esto significa que el Amor divino, por su existencia misma, responde a las necesidades humanas.

Al ser más devotos a este Amor divino, vemos que nuestro sentido humano de necesidad es absorbido por una nueva comprensión de cómo son las cosas realmente. Vemos que no es que el Amor divino “decida” responder a nuestra necesidad. Es que nos estamos compenetrando más del desbordante Amor que siempre ha estado allí. Nuestra necesidad humana, aun cuando pueda parecer que nos ha sido impuesta en las condiciones más detalladas y difíciles, es realmente nuestra necesidad de conocer a Dios.

Los versos de este conocido himno describen lo que ocurre a medida que respondemos:

Tu presencia, Dios amado,
nos salvó de todo mal;
disipaste las tinieblas
con la luz de Tu amor.
Con ternura nos indicas
el camino celestial,
nuestros corazones cantan
alabanzas a Tu amor.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 109.

A medida que nos acerquemos al Unico que es Amor, obtendremos una confianza más profunda de que somos amados. Hallamos curación práctica y, gradualmente, percibimos que este Amor que sentimos es siempre el mismo, es el Principio del ser: el Unico adorable.


El punto de vista cristiano es que los hombres fueron creados para mantener cierta relación con Dios (si tenemos esa relación con El, la relación correcta de uno con el otro ineludiblemente se cumple).

The Grand Miracle, Ballantine Books, una Compañía subsidiaria de Random House, Inc. Copyright © 1970 por Los Fideicomisarios de los Bienes de C. S. Lewis. Reimpreso con permiso.

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