Susana era una buena nadadora. Le gustaba surcar las grandes olas que rompían en la playa cerca de su casa. Durante unas vacaciones de verano de su escuela primaria (después de haber terminado las tareas que debía hacer en su casa), ella y su amiga Lisa iban a la playa a deslizarse sobre las olas y jugar.
Un día, Susana estaba nadando sola más allá de la línea de las rompientes. De pronto vio que en ese lugar el agua estaba muy agitada. Al no poder salir de allí a nado, Susana se dio cuenta de que era una marejada, o sea, dos corrientes opuestas que se encuentran durante un tiempo y pueden arrastrar a una persona. El impulso de sentir miedo era muy fuerte. Pero luego una buena razón para no sentir miedo prevaleció con más fuerza.
Esa mañana temprano, Susana y su mamá habían leído partes de la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana. Se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. El tema para esa semana era “Dios, preservador del hombre”. Habían hablado sobre cómo Dios siempre las había cuidado. Aun cuando habían tenido problemas de salud o cuando no tenían suficiente dinero, la confianza en el amor de Dios había traído gran ayuda.
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