Leemos en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 411): “La enfermedad siempre es producida por un concepto falso que se abriga mentalmente y no se ha destruido”. Durante años abrigué el temor de contraer una enfermedad ampliamente divulgada, apartándola del pensamiento siempre que la oía mencionar o que la describían por televisión, por radio o en una conversación; pero nunca encaré ese temor por medio de la oración.
A fines de 1985, descubrí unas protuberancias debajo de la mandíbula. Oré lo mejor que pude. Sentía mucho temor. En un momento determinado, mi marido, que ha sido un estudiante dedicado de la Ciencia Cristiana toda su vida, mostró preocupación y me preguntó si había pedido ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana. Entonces, pedí ayuda, de vez en cuando, a una practicista, y sentí el gozo de ir progresando en mi entendimiento de las verdades sanadoras que Cristo Jesús enseñó y demostró.
Dediqué el mayor tiempo posible al estudio de la Ciencia Cristiana. Todas las mañanas leía con mucha atención la Lección Bíblica cuyas citas se publican en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y pasaba mis momentos de descanso y las horas del mediodía leyendo selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud. Traté de mantener mis pensamientos llenos del amor de Dios. Tuve un gran progreso espiritual, pero la evidencia física era prácticamente la misma. A pesar de ello, no cedí al desaliento.
A mediados del año siguiente, ya tenía más dominio sobre el temor a la condición física. Uno de los pasajes de Ciencia y Salud que significó mucho para mí fue éste (pág. 412): “El poder de la Ciencia Cristiana y del Amor divino es omnipotente. Es de veras adecuado para soltar la presa de la enfermedad, del pecado y de la muerte y destruirlos”.
Una noche, me apoyé firmemente en esa declaración, y ese fue el momento decisivo en mi curación. Nuestra pequeña nieta estaba pasando una temporada con nosotros, y yo le estaba leyendo un cuento a la hora de ir a la cama. De pronto, sentí dolor en la mandíbula. Hasta ese momento, sólo había sentido algunas punzadas. Al tocarme la mandíbula, descubrí más protuberancias desarrollándose en el cuello. A pesar de mi gran temor, pude terminar el cuento y acosté a mi nieta. Luego me retiré a mi dormitorio.
Me vinieron dudas: ¿Debía llamar a la practicista o pedirle a mi esposo que me ayudara por medio de la oración? Sentí que esta vez tenía que hacerlo por mí misma, y lo hice.
Abrí una pequeña libreta con citas que había estado anotando de mi estudio de la Biblia, Ciencia y Salud y demás escritos de la Sra. Eddy. Encontré el pasaje antes mencionado. Comencé a pensar repetidas veces en él hasta que lo aprendí de memoria. No sé cuánto tiempo pasó, pero me sentí completamente libre del temor. Comprendí, sin la más mínima duda, que “el poder de la Ciencia Cristiana y del Amor divino es omnipotente” y que este poder había acabado con el control que el temor había tenido en mi pensamiento. Más aún, comprendí que la enfermedad y el temor de que iba a morir, también habían sido destruidos. Como esto sucedió en medio de la noche, reprimí el gran impulso de llamar a la practicista o decírselo a mi marido. Pero mi alegría era enorme.
Por la mañana, le conté con alegría a mi esposo lo que había pasado. El sabía que algo bueno había ocurrido por mi expresión. Me dijo que él también había estado luchando con una agobiante sensación de temor casi toda la noche, pero había comprendido que él no debía sentirse responsable de sanar la enfermedad. El tenía que destruir su propia creencia en tal enfermedad. Al buscar en algunos ejemplares de The Christian Science Journal y del Christian Science Sentinel, encontró exactamente lo que necesitaba.
Al cabo de una semana, las protuberancias del cuello se redujeron en gran manera. Pronto, no hubo apariencia visible de la enfermedad, y la curación continuó hasta que toda la evidencia desapareció.
Durante mi estudio, usé las Concordancias de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy para estudiar muchos conceptos, tales como poder, crecimiento, amor, Cristo, curación y temor. Durante este período experimenté un gran crecimiento espiritual y la liberación de varios temores.
Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana, y porque la verdad sanadora de Dios está inmediatamente a nuestro alcance en momentos de necesidad.
Renton, Washington, E.U.A.
Deseo confirmar la hermosa curación de mi esposa. Sucedió como ella lo ha relatado. Esto demostró ser un período de crecimiento para ambos.
Mi abuelo fue sanado por la Ciencia Cristiana a fines de la década de 1890, y la Ciencia ha formado parte de nuestra familia desde entonces. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana nos han liberado de muchos problemas humanos. Esta Ciencia nunca nos ha fallado cuando hemos buscado con sinceridad comprender y practicar las verdades espirituales que imparte. Mi gratitud es ilimitada.
