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Cuando supe que estaba embarazada, sentí temor por el parto.

Del número de octubre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando supe que estaba embarazada, sentí temor por el parto. Gradualmente este temor dio paso a la fe en el control armonioso de Dios. Durante el embarazo, trabajé con una practicista de la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecida por sus devotas oraciones. La Biblia, conjuntamente con Ciencia y Salud y otros escritos de la Sra. Eddy, también fueron de incalculable valor durante ese período. Me sentía muy bien y continué con todas mis actividades. La gestación prosiguió armoniosamente.

De mi estudio en la Ciencia Cristiana, obtuve una mayor comprensión del significado del “nuevo nacimiento”. La Sra. Eddy escribe en Escritos Misceláneos (pág. 15): “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual”. El estudio también trajo vislumbres del regocijo de Dios por Su creación espiritual. Estoy muy agradecida por todas las verdades espirituales que aprendí durante esta experiencia.

El proceso del nacimiento fue largo y demandó gran esfuerzo físico, pero durante el parto me di cuenta de que Dios siempre había estado conmigo, y no me dejaría ahora. Tanto en momentos difíciles, como en los buenos momentos, Dios, el bien, permanece y es, en efecto, todo. A medida que confiaba en la presencia y poder eternos de Dios, tuvo lugar el nacimiento. El niño es saludable en todos los aspectos.

Las verdades espirituales que estudié y practiqué durante esta experiencia, me ayudaron a recuperar de los aparentes efectos posteriores al parto. Un pequeño desgarre en un músculo, y el temor de que la curación no tuviera efecto, se desvanecieron, al seguir poniendo mi confianza en Dios.

“¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15).


Con gran regocijo corroboro el testimonio de mi esposa. Durante todo el embarazo experimentamos un gran crecimiento espiritual. Cada día pareció estar lleno de mayor expectativa, más de lo que nunca hubiéramos podido imaginar, y Cheryl demostró el poder de la oración a través de la entereza y regocijo expresado por ella. Estoy profundamente agradecido.

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