Cuando supe que estaba embarazada, sentí temor por el parto. Gradualmente este temor dio paso a la fe en el control armonioso de Dios. Durante el embarazo, trabajé con una practicista de la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecida por sus devotas oraciones. La Biblia, conjuntamente con Ciencia y Salud y otros escritos de la Sra. Eddy, también fueron de incalculable valor durante ese período. Me sentía muy bien y continué con todas mis actividades. La gestación prosiguió armoniosamente.
De mi estudio en la Ciencia Cristiana, obtuve una mayor comprensión del significado del “nuevo nacimiento”. La Sra. Eddy escribe en Escritos Misceláneos (pág. 15): “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual”. El estudio también trajo vislumbres del regocijo de Dios por Su creación espiritual. Estoy muy agradecida por todas las verdades espirituales que aprendí durante esta experiencia.
El proceso del nacimiento fue largo y demandó gran esfuerzo físico, pero durante el parto me di cuenta de que Dios siempre había estado conmigo, y no me dejaría ahora. Tanto en momentos difíciles, como en los buenos momentos, Dios, el bien, permanece y es, en efecto, todo. A medida que confiaba en la presencia y poder eternos de Dios, tuvo lugar el nacimiento. El niño es saludable en todos los aspectos.
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