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Han pasado varios años desde que fui guiado a estudiar Ciencia...

Del número de octubre de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Han pasado varios años desde que fui guiado a estudiar Ciencia Cristiana y a unirme a La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston. Durante muchos años había sido miembro de otra iglesia cristiana, pero en años recientes, sentí la necesidad de saber y comprender mejor a Dios. Esa necesidad fue satisfecha cuando, en el hogar de un amigo Científico Cristiano en los Estados Unidos, mi esposa quedó impresionada por los artículos religiosos que leyó en The Christian Science Monitor, y con ese motivo ella me introdujo al Consolador, la Ciencia divina.

Después de recibir la agradable información de la Secretaria de La Iglesia Madre de que había sido aceptado como miembro, empecé a considerar si había alguna condición sobre la cual debía orar para ser sanado. Mi salud era excelente. Pero tenía un crecimiento, en uno de los dedos de un pie que, de vez en cuando, en los últimos sesenta años, desde que era un adolescente, me había dado motivo de preocupación. Con el transcurso de los años, había consultado quiropedistas y especialistas de la piel en los Estados Unidos, en Londres y en Taipei, pero ninguno pudo sanarme.

Ahora devotamente apliqué lo que había aprendido desde que me hice estudiante de la Ciencia y tomé instrucción en clase de Ciencia Cristiana. Una noche poco después, me di cuenta de que el crecimiento ya no estaba; había desaparecido. ¡Después de tantos años, esa cosa tan desagradable había desaparecido!

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