Probablemente, todos hemos sentido alguna vez cuanto más fácil es decir: “Yo creo en...” que vivir realmente lo que creemos. Pero a medida que progresamos en nuestro entendimiento de la Ciencia Cristiana pronto nos damos cuenta de que sus enseñanzas no constituyen simplemente algo en qué creer, sino algo que podemos — y debemos — demostrar en nuestra vida diaria.
El Amor divino no exige lo imposible. Dios no dice: “Este es el camino... si pueden andar por él” o, “Este es el camino... pero perderán algo bueno por seguirlo”. La mente mortal podría argumentar que esto es lo que sucede, pero eso no es más que una mentira acerca de Dios. El Amor no tiene ideales imposibles; y Dios no despoja, sino que provee todo el bien. Y es Su Cristo el que nos enseña que podemos recorrer el camino.
¡Es tan importante comprender esto! Una vez que hemos hecho de la Ciencia Cristiana algo propio, es natural que queramos vivir de acuerdo con ella y seguir sus normas morales. En el mundo de hoy, eso quizás parezca difícil, especialmente cuando una gran parte de la sociedad no se atiene a esa clase de normas. Pero si el Amor divino ha señalado el camino, podemos estar seguros de que el Amor también provee la habilidad y la sabiduría que nos permiten andar por él.
En Ciencia y Salud, el libro de texto de la Ciencia Cristiana, la Sra. Eddy escribe: “La castidad es el cemento de la civilización y del progreso. Sin ella no hay estabilidad en la sociedad humana, y sin ella no se puede alcanzar la Ciencia de la Vida”.Ciencia y Salud, pág. 57. Es fácil leer esta declaración rápidamente; pero una vez que nos damos cuenta de lo que significa inevitablemente sentimos el deseo de apoyarla y de recoger su grandiosa bendición.
Entonces, un ser maravilloso llega a tu vida, pero la castidad parece ser lo último que ocupa sus pensamientos. Tus amigos aseguran que tus principios son tontos. La persona con quien has iniciado la relación sentimental no puede creer que estés hablando realmente en serio.
¿Dónde encuentras ayuda? ¿Cómo encaras el temor de perder a alguien que parece tan apropiado para ti? ¿Cómo hacer frente a la tentación de ceder a la presión sexual? Parecería que muy a menudo este aspecto puede establecer o quebrantar una relación. Afortunadamente, el Cristo, la Verdad, nos enseña cómo disolver este temor y esta presión.
La comprensión espiritual y el vivir espiritualmente son extremadamente atractivos. Infunden a la vida gozo, vitalidad, libertad, compasión, atención y gran belleza. Determinan nuestra manera de enfocar la vida, la manera en que nos expresamos, la manera en que enfrentamos la vida, la manera en que tiene lugar nuestro trato con los demás. Todos estos hechos están dirigidos por lo que entendemos y demostramos acerca del Alma, Dios. Esta comprensión se hace evidente en belleza y bondad espirituales que constituyen un atractivo innegable. No seas modesto al admitir y reconocer este hecho. Es importante saber quién eres y qué es lo que hace que seas así. Lo que deseas ver es tu identidad espiritual, y eso es lo que también deseas que vea en ti tu relación sentimental.
Si la persona que estás empezando a conocer ve simplemente un cuerpo, tú mereces algo mucho mejor. Pero tal vez esa persona detecte algo en ti que no acierta a definir. Es decir, quizás no advierta que es tu punto de vista espiritual lo que determina que seas así. (¡Por eso es esencial que tú lo sepas!) En algún momento debe hacerse evidente que es tu enfoque de la vida lo que ha delineado tu naturaleza, que tu maravillosa intimidad con Dios y tu fidelidad a El es la razón de que sea tan agradable estar contigo. Y, aunque resulte difícil de admitir para el sentido humano, debe reconocerse que todo aquello que perturbe la demostración de tu unidad con Dios, también va a oscurecer esos mismos elementos de carácter que en primer término atrajeron a la otra persona hacia ti.
La honestidad es esencial para una buena amistad. Cuando dos personas se aman y cuidan una de la otra, no temen ser honestas y genuinas entre sí. Si una amistad va en camino de convertirse en matrimonio es esencial que cada uno aprenda a conocer mejor al otro.
Si la aventura amorosa y la sexualidad llevaran de un modo seguro hacia un matrimonio perdurable, sin duda el índice de divorcios no sería tan elevado como lo indican las estadísticas. Conocerse uno al otro no es una proeza física. Es el sentido espiritual el que nos presenta un cuadro claro de la verdadera naturaleza del hombre. Ciencia y Salud declara: “Son necesarios gustos, móviles y aspiraciones afines para la formación de un compañerismo feliz y permanente. Lo bello en el carácter es también lo bueno, uniendo indisolublemente los lazos del afecto”.Ibid., pág. 60. El libro de texto de la Ciencia Cristiana también explica: “La belleza, la riqueza o la fama son incapaces de satisfacer las exigencias de los afectos, y nunca debieran tener preponderancia sobre las exigencias superiores del intelecto, la bondad y la virtud”.Ibid., pág. 57.
Es maravilloso estar “enamorado”; pero necesitamos ver más allá de las emociones más intensas a fin de percibir qué es lo que realmente encierran. En la Ciencia aprendemos que la naturaleza y el carácter del hombre están determinados por el Espíritu. El poder transformador de la Verdad nos libera de los modelos de pensamiento de la mente mortal, y revela la verdadera base de la felicidad y un cimiento seguro para el amor verdadero.
Si la persona con quien estás saliendo sugiere que eres un bloque de hielo, tal vez sea útil una comunicación más honesta. Tal vez tu amigo o tu amiga necesite pensar sobre el hecho de que quizás a ti no te resulte nada fácil decir que no. Pero si cada uno está honestamente interesado por el otro, se apoyarán mutuamente para mantener la fidelidad a una manera de vivir que realmente significa todo para ambos. En realidad, como ya lo vimos, es esta manera de vivir lo que determina que seas lo que eres: el ser que tu amigo o tu amiga encuentra tan atractivo. El amor verdadero no permitirá que eso sea atacado por el egoísmo o la lujuria. Un amigo verdadero va a apreciar y a proteger la pureza y puede reclamar la fuerza espiritual y la habilidad para hacerlo. Hay muchas maneras de decir: “Te quiero”. Y una de ellas es la castidad prematrimonial.
¿Es de sorprenderse que si esperamos llevar al matrimonio fidelidad, compromiso, pureza, altruismo y solicitud, necesitemos demostrar esas cualidades — hacer que verdaderamente sean nuestras — antes del matrimonio? Una persona que conozco compartió conmigo un comentario que le hizo un pretendiente después de varios meses de haber salido con él: “De algo estoy seguro, y es que si llegamos a casarnos nunca voy a dudar de tu palabra. Nunca me voy a preocupar acerca de tu fidelidad. A pesar de lo difícil que es, tú vives de acuerdo con lo que crees”. ¿Es esto un buen cimiento para un matrimonio? ¡Por supuesto que sí!
Vivir espiritualmente es con seguridad una manera diferente de vivir. Pero eso no inplica una actitud de “soy más santo que tú”. Fundamentalmente significa amor y cuidados, responder al toque amoroso del Cristo. Vivir espiritualmente nos eleva a nosotros y a los demás, en la escala del ser. Ofrece una base más sólida para los afectos, ampliándolos y extendiéndolos. Nos hace percibir la guía y el apoyo de Dios. Es el modo de vivir que proporciona una felicidad duradera.
Vivir espiritualmente es enormemente distinto de como vive tanta gente. Pero, si hubiéramos estado satisfechos con la forma en que se vive comúnmente la vida mortal, no nos hubiéramos sentido atraídos hacia una vida donde el centro y el primer lugar lo ocupa Dios. La Biblia nos enseña a confiar “en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. 1 Tim. 6:17. Naturalmente, eso requiere disciplina y poder mental; pero no lo olvides: Dios obra contigo. Y la fidelidad de Dios hacia ti, reflejada en tu fidelidad a Dios, trae la más grandiosa felicidad y amor que una pareja pueda desear.
Las heridas que producen las relaciones sexuales fortuitas son bien conocidas. Y la gravedad de esas heridas está comenzando a abrir los ojos de la gente. Pero, aparentemente, son muy pocos los que saben qué dirección tomar. Somos pioneros espirituales mostrando el camino hacia una solución. El mundo prácticamente ignora a qué se refiere nuestra Guía, la Sra. Eddy, cuando nos habla de “la Ciencia del matrimonio”. Ver The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 268. Pero a medida que estudiemos esta Ciencia y la demostremos, estaremos haciendo mucho por elevar el bienestar físico, moral y espiritual de la humanidad. El ejemplo de Jesús en el Sermón del Monte y los escritos de nuestra guía revelan esta Ciencia. A medida que practiquemos estas enseñanzas, iremos progresando en nuestra demostración de felicidad y santidad, y lo que entendamos y vivamos de la verdad espiritual impartirá un poderoso sentido de amor y tierno afecto hacia todos aquellos que llevamos en nuestro corazón.
