Conozco a un hombre que nunca deja pasar un día sin expresar bondad por lo menos a una persona. Una vez me llamó por teléfono para agradecerme por algo que yo había hecho por él, y cuando le dije que no tenía por qué haberse molestado en llamarme, rápidamente me dijo: “¡Oh, pero tenemos que hacer estas cosas!”
Muchas personas estarán de acuerdo con mi amigo. Tal vez sientan que aun cuando hay cosas que se pueden dejar para mañana, no deberíamos dejar para mañana el ser atentos con nuestro prójimo.
Vivir una vida altruista y compasiva no es simplemente una idea bonita. Es lo que Dios nos mueve a hacer, como demostró con tanta claridad y amplitud en sus enseñanzas, Su Hijo, nuestro Mostrador del camino. Por ejemplo, el capítulo trece del Evangelio según San Juan, nos ofrece estas palabras de Cristo Jesús: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Y en este mismo capítulo del Nuevo Testamento, en el versículo siguiente, el Maestro nos muestra el camino por el cual el mundo podrá decir que somos cristianos: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34, 35.
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