Cuando lo perdido es hallado
y los muertos son resucitados
¿cantamos y nos regocijamos?
¿La certidumbre de la salvación
proclamamos? ¿El mejor vestido,
los zapatos y el anillo preparamos?
¿O en el campo cercano
nos quedamos,
ceñudos y con desprecio, lamentándonos
porque el perdido ha regresado,
el pecador fue sanado,
y el descarriado redimido?
Del campo o desde lejos
debe cada uno llegar,
arrepentido, el falso orgullo abandonar.
En la casa del Padre
hallamos gozosos
la herencia intacta, sin disipar
¡Todo cuanto El posee, es nuestro!