Aliviar el sufrimiento humano: es una meta que ha impulsado muchos de los esfuerzos más abnegados de la humanidad. Aquéllos que, como modernos samaritanos, se sienten impulsados a ir donde están el angustiado y el caído, despiertan en nosotros un sentimiento de amor más amplio.
Los padres de Beena Kanani tuvieron ese alto propósito para su hija. Ellos deseaban que ella se graduara de médica y que trabajara en las áreas rurales de su país, la India. Y ella así lo hizo. Habiéndose graduado en la escuela de medicina de Bombay en segundo lugar en su clase, trabajó en un hospital de niños de Bombay así como también en lugares más apartados de la India. Pero sus experiencias la llevaron finalmente a un camino diferente: el de la curación cristiana.
Yo Era Pediatra. Me trajeron a una dulce niña de doce años por un problema insignificante. Al examinarla, encontré una particularidad en su piel que resultó ser una mancha de lepra. Tanto sus padres como yo quedamos muy preocupados. Conversé con el padre sobre el tratamiento que tendríamos que seguir.
Después que él se fue, cerré la puerta de mi consultorio y pensé en Cristo Jesús, que una vez sanó diez casos de lepra en forma instantánea y definitiva. Con toda humildad oré de todo corazón a Dios para que me enseñara el maravilloso, benigno y reconfortante arte de sanar como Jesús sanaba. Yo estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por lograrlo. Entonces decidí allí mismo dejar de practicar la medicina por completo; no importaba el tiempo que me llevara ni lo que me exigiera, yo no estaba dispuesta a aceptar ninguna norma inferior de curación. Al mes había dejado de practicar la pediatría por completo y había comenzado a estudiar la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) más seriamente. La Ciencia Cristiana me la había presentado por primera vez una profesora mía de años anteriores, quien también había renunciado a la pediatría para dedicarse al estudio de la Ciencia Cristiana. Yo la había visitado para averiguar por qué había tomado esa decisión. Habíamos conversado, y me había dado algunos Christian Science Sentinels para que los leyera en mi casa. Algunos meses después mi hijo se sanó con el tratamiento de la Ciencia Cristiana, de una enfermedad que yo sabía que no era posible sanar por medio de la medicina. Cuando recién había comenzado a estudiar la Ciencia Cristiana no quise dejar la práctica de la medicina. Pero el incidente que mencioné antes me inspiró a dar este paso de progreso.
Desde la perspectiva de una ex médica, ¿qué opina usted sobre la curación por medio de la oración? Estoy plenamente convencida de que la oración puede hacer una diferencia tangible y terapéutica. He visto (y, en algunos casos, experimentado) curaciones de muchos problemas físicos sólo por medio de la oración. Curaciones de meningitis tuberculosa, polio, huesos dislocados, ictericia, sarampión, sarpullido, deshidratación aguda de un niño, artritis, asma, conjuntivitis, son algunas de las curaciones que he presenciado como resultado de orar a Dios aplicando lo que enseña la Ciencia Cristiana. Algunas de estas curaciones fueron instantáneas, mientras que otras requirieron mayor esfuerzo.
Lo que me impresionaba profundamente de la curación en la Ciencia Cristiana es que ésta considera al hombre como un todo; cuando trata a una persona con una dificultad física no descuida la curación de problemas mentales, sociales, financieros y morales que aparentemente no tienen relación con el estado físico. Asegura y demuestra a una persona que, en realidad, es espiritual, creada por Dios, amada y tiernamente cuidada por Dios. Esto le da un sentido de bienestar físico, mental y social. Explica su herencia divina: plena liberación de la enfermedad y el pecado. Verdaderamente, la Ciencia Cristiana establece la norma de la curación más elevada.
El paso de la práctica médica a la curación por la oración, ¿significó un cambio total para usted? Sí y no. Por cierto, el móvil es el mismo: hacer todo lo que uno puede para aliviar el sufrimiento humano.
Por mi práctica médica aprendí mucho acerca de la naturaleza de la curación y sobre los factores mentales que intervienen en la curación. La curación es un fenómeno complejo y no siempre se puede explicar sobre la base de un efecto originado por la eliminación de una causa física. Hay muchos factores que intervienen en la curación. Aparte de la actitud mental del paciente y de sus parientes y de la expectativa de recuperación que ellos tengan, una curación exitosa depende en gran parte de la actitud que tengan el médico, la enfermera y el equipo paramédico ante la enfermedad en particular.
Otro aspecto notable que observé en el tratamiento médico es que muchas veces la curación no está relacionada con el método físico del tratamiento. Pacientes que sufren de la misma dolencia y reciben tratamiento similar, no siempre reaccionan de la misma forma. Aun en casos muy similares, los pacientes responden de forma diferente. Un paciente puede responder positivamente mientras que otro puede que tenga una reacción a la droga.
La interacción entre las drogas y el cuerpo es muy compleja. Se ha observado que los pacientes que reciben una mínima cantidad de droga pueden tener menos tendencia a desarrollar complicaciones que aquellos que reciben una gran cantidad de medicina. Al observar esto, muchos médicos con amplia experiencia clínica se resisten a tomar drogas, aun aquellas que en su práctica prescriben con tanta libertad.
Otro factor mental en la curación es la actitud del paciente ante las llamadas “leyes de salud”. Una persona que está muy consciente de las “leyes de salud” prevalecientes, y que trata de ser muy obediente a ellas, muchas veces sufre más que uno que no tiene tiempo de preocuparse por ellas. Igualmente, un paciente que tiene una información detallada sobre la enfermedad que padece, sus síntomas y complicaciones, a menudo no se recupera tan pronto como el paciente que tiene poco conocimiento de su enfermedad.
Sin duda, hay un creciente reconocimiento de que los factores mentales tienen inherencia en la curación de las enfermedades. Los médicos están tomando cada vez más consciencia de la eficacia que tienen las actitudes mentales positivas y la eliminación del temor en la curación.
Dos médicos indios han escrito libros que incluyen muchos informes estadísticos, para demostrar que no parece existir ninguna relación directa entre la causa de una enfermedad, el desarrollo de los síntomas, el curso de la dolencia y el efecto exacto de las drogas. Ellos proporcionan una gran cantidad de informes clínicos y estadísticos en apoyo de sus dudas.
El año pasado, el Heraldo publicó una entrevista con un médico que ha hablado en defensa de los derechos que tienen los Científicos Cristianos de confiar en la oración para obtener curación [véase el número de abril de 1991]. Sin embargo, otros médicos sienten que este tipo de curación debería ser declarado ilegal. ¿Cómo respondería a sus ex colegas? Cualquier persona sincera que desee la más alta norma de curación y que no se sienta satisfecha con las muchas limitaciones del sistema terapéutico actual, no debería vacilar en investigar la Ciencia Cristiana simplemente porque ésta se basa en una premisa muy diferente. En vez de dudar de la integridad y eficacia de la curación cristiana, uno podría considerarla como un campo muy prometedor para la investigación. Aun si se informara de un sólo caso en el que los resultados son mejores que los obtenidos por la terapéutica convencional, valdría la pena, por lo menos, investigar la curación científica espiritual.
Había llegado el momento en que, como médica, honestamente me pregunté: ¿Estoy realmente de acuerdo con estos largos procedimientos de examen y diagnosis? De ser posible, ¿no me gustaría omitir los procedimientos demasiado minuciosos para efectuar un diagnóstico? ¿Hay algún médico al que le gusta decir a su paciente que una enfermedad es “incurable”? Una persona, un médico que dedica su vida a dar a sus semejantes una vida sana y feliz, no puede sentirse satisfecho cuando su prójimo sana temporalmente pero siente que no lo aman, que lo rechazan, y que no es capaz de llevar una vida verdaderamente útil, satisfactoria y productiva. ¿Acaso no me gustaría ver al paciente como un hombre, un valioso hijo de Dios, hecho a imagen y semejanza de Dios, amado y cuidado por Dios, y no como un mortal con un cuerpo físico capaz de tener todo tipo de problemas? ¿Acaso nuestro corazón no anhela ver al paciente feliz, en vez de darle un alivio temporario a alguna dificultad física?
Mi sincero deseo para todos mis queridos amigos que trabajan para obtener curación es que piensen seriamente en esta pregunta: ¿Debemos seguir cierta manera de pensar simplemente porque está aceptada casi universalmente? En realidad, ¿creemos que la terapéutica médica moderna es la respuesta final a las necesidades cada vez más imperiosas de la raza humana?
No podemos seguir pensando sólo dentro de las dimensiones de la materia. Ya es hora de que aprendamos sobre el Espíritu, la Verdad, el Amor y la naturaleza completamente espiritual de Dios, el hombre y el universo. Este es el único camino por el cual uno puede sentir libertad total, la promesa de tener plenitud de vida, las infinitas bendiciones de Dios, y las riquezas del gozo permanente.
En mi experiencia, la Ciencia Cristiana ha demostrado ser un arte de sanar reconfortante, invariable, apacible y bondadoso. No sólo es la forma más elevada de adorar a Dios, es también la forma más elevada de atender a las necesidades de la humanidad.
Los “milagros” de Jesús no son manifestaciones casuales de poder o de benevolencia para con los que necesitan ayuda. Son señales de la presencia del reino.. .
Reimpreso con permiso de Hodder £ Stoughton, Ltd. Copyright por Stephen Neill.