Hace Unos Meses estaba leyendo una columna en el diario escrita por un prestigioso teólogo que escribió sobre los desafíos de servirle a “un Dios que se esconde”. El escritor es un hombre de fe firme que vive una vida de considerable servicio cristiano. Pero uno no puede dejar de sentir en esta frase “un Dios que se esconde” un anhelo por un Dios que se manifieste, un Dios que se haga más evidente en la vida diaria. ¿Acaso no compartimos todos el anhelo que muchos tienen de un Dios que sea más evidente en aliviar las ansiedades y los sufrimientos que tantos experimentan en su vida?
Ciertamente no es extraño sentir anhelo por lo espiritual. Aun en las vidas más estables, los desafíos de criar a nuestros hijos, de tomar decisiones en el trabajo, de responder a los dilemas morales y éticos que aparecen en la interacción diaria, nos hacen preguntar: ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Cómo podría mejorar? Los deslices en la conducta o la enfermedad de un colega o de un amigo, hasta las noticias diarias, pueden hacernos desear alguna esencia espiritual, alguna base, que nos pueda fundamentar, guiar o, por lo menos, dar esperanza.
Por supuesto, la religión ha sido tildada con frecuencia de opio, de placebo. Sí, hay días en que nos gustaría escondernos y no enfrentar al mundo. Pero el hambre espiritual es radicalmente diferente de esto. Es el corazón el que se rebela al pensar que debemos tolerar el statu quo.
Así es que en el corazón de la mayoría de nosotros existe el anhelo de tener una experiencia con Dios, con un Dios que sea evidente. Estamos buscando la seguridad que el Apóstol Pablo tuvo cuando dijo a los atenienses: “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.. . Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos” (Hechos).
El mensaje de Pablo fue simple. La presencia de Dios se ha hecho evidente. Dios no está lejos; El es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo). El hombre no es un paria o un huérfano espiritual, sino que realmente puede reclamar que Dios es su padre. En contraste con los padres humanos, Dios es un Padre de amor inagotable, inseparable de Sus hijos.
En la vida de Pablo, en donde sus amigos a veces le fallaron, en donde enfrentó naufragio, hambre y pobreza, en donde fue puesto en prisión y golpeado por sus creencias, Pablo nunca fue privado de la evidencia directa de que el amor y el poder de Dios estaban siempre con él. Su Dios no se escondió. Siempre se manifestó y liberó a Pablo de todo tipo de peligro físico y de angustia mental.
¿Cómo fue que el Apóstol encontró a Dios? Lo encontró en una comprensión del mensaje espiritual en el que se fundaba la vida de Cristo Jesús. Pablo había perseguido a los seguidores de Jesús. Pero su malentendido y su odio cayeron ante el amor de Dios que la vida de Jesús ejemplificó.
El mensaje que Jesús dio a la humanidad no está ni fuera de moda ni muerto. Es todavía bastante asombroso. El enseñó que Dios no está ausente, ni se ha hecho el desentendido, ni tampoco está manteniendo a la humanidad a distancia. El poder y el amor de Dios están al alcance ahora. Se pueden sentir y ver ahora. Jesús dio un mensaje que no sólo estaba lleno de esperanza, sino que también era demostrable. El carácter de las personas fue reformado y transformado. La tiranía de la sensualidad fue derrotada. Las personas fueron consoladas, encontraron propósito en la vida; sus afectos fueron renovados. Hombres, mujeres y niños fueron sanados. Jesús trajo a la experiencia de la gente un Dios que está muy cerca.
La vida de Jesús y su mensaje del Amor divino es para todas las épocas. La Sra. Eddy escribe en su libro Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana. No está bien imaginarse que Jesús demostró el poder divino sanador sólo en beneficio de un número selecto o de un tiempo limitado, puesto que a la humanidad entera y a toda hora el Amor divino suministra todo el bien”.
El anhelo de conocer a Dios, de encontrarlo, y la búsqueda del alimento espiritual, no son de ninguna manera infructuosos. La respuesta llega ahora mismo a través de la comprensión de la importancia de la vida de Cristo Jesús. La Ciencia Cristiana hace que el mensaje de su vida sea comprensible hoy, y da a cada uno la oportunidad de probar que Dios no está escondiéndose, sino que está evidente ahora y está maravillosamente cerca.
