Ami Padre le agradaba contar sobre una curación que tuvo cuando se enfermó durante un viaje de negocios. Se encontraba en una ciudad donde nunca había estado y donde no conocía a nadie. Oró, como había aprendido en la Ciencia Cristiana, para lograr la curación, pero sintiendo que necesitaba más ayuda de la que le proporcionaba su propia oración, buscó el nombre de un practicista en las páginas del directorio de The Christian Science Journal y le solicitó una entrevista.
Cuando finalmente ubicó la oficina, ésta se encontraba en una parte de la ciudad que no le impresionó bien. No había ascensor en el edificio, y subir cinco pisos por la escalera tampoco le causó muy buena impresión. Cuando conoció al practicista la impresión no fue mejor, pero cuando salió de su oficina había sanado.
Es muy común que la persona que oye hablar de la Ciencia Cristiana por primera vez, se pregunte qué clase de persona es la que se ocupa de la curación mediante el tratamiento de la Ciencia Cristiana, es decir, mediante la oración que se aplica específicamente a la enfermedad o a la necesidad de alguien. ¿De qué edad será la persona? ¿Qué presencia tendrá? ¿Cuál será su comportamiento?
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