En El Año 1986, después de haber estudiado la Ciencia Cristiana por dos años, mis dos hermanitas (que en ese tiempo tenían quince y once años respectivamente) estaban sufriendo desde hacía tiempo de caries dentales. Con frecuencia se las veía sufrir con mucho dolor.
Un día al estudiar la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, las vi buscando la medicina que acostumbraban tomar para calmar el dolor, pero se había agotado. Aproveché esta oportunidad para sugerirles que probaran el tratamiento en la Ciencia Cristiana. Ellas aceptaron. Entonces les hablé de Dios, el Espíritu, y de Su perfecta creación espiritual, que excluye la enfermedad y el dolor. Les dije que cada uno de nosotros estaba incluido en esa creación perfecta.
Esa mañana yo había alcanzado la maravillosa percepción de que Cristo Jesús daba gracias a Dios antes de sus demostraciones de poder espiritual (véase el Evangelio según Juan acerca del abundante abastecimiento de pan y la resurrección de Lázaro). Esto me demostró que Jesús confiaba completamente en Dios. Traté de hacer lo mismo afirmando mentalmente que puesto que Dios, el Espíritu, es bueno, la idea que El creó no puede estar sujeta a deterioro ni a cualquier otra clase de mal. Como dice Ciencia y Salud: “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esa verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo”.
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