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La curación espiritual realmente se efectúa

Del número de febrero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El 20 De Julio De 1969, Neil Armstrong caminó sobre la luna. Se necesitaron años de preparación para este suceso trascendental. Millones de personas vieron la transmisión por televisión, y millones más han escuchado las históricas palabras de Armstrong: “Este es un paso pequeño para un hombre, pero un salto gigante para la humanidad”.

Pero ¿qué decir si usted viviera en una parte del mundo donde los aviones fueran desconocidos, menos aún las naves espaciales? Podría parecer imposible o ridículo si alguien le dijera que los hombres han volado a la blanca esfera suspendida en el cielo, caminado sobre ella, y vuelto a la tierra. Cuando un acontecimiento así no tiene precedente en nuestra experiencia, sería necesario tener un pensamiento receptivo y estar dispuesto a abandonar las creencias tradicionales antes de que usted pudiera admitir que ese acontecimiento es posible.

¿No ocurre con frecuencia lo mismo en cuanto a los relatos sobre la curación espiritual? La Biblia relata que Cristo Jesús sanó toda clase de enfermedades, y describe casos específicos en los cuatro Evangelios. No obstante, esas curaciones son a veces consideradas como milagros o relegadas exclusivamente a la era en que Jesús estuvo en la tierra. Sin embargo, los cristianos practicaron la curación espiritual cerca de trescientos años después de Jesús, y hoy en día la están practicando nuevamente en cumplimiento de la promesa de su Maestro: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”.

A diferencia de caminar en la luna, lo cual es una oportunidad que muy pocos han tenido o es probable que tengan, cualquiera puede poner en práctica la curación espiritual. Es el resultado natural de la acción de la ley espiritual, que nos redime de las llamadas leyes materiales.

Para sentir el poder sanador de Dios, se necesita un cambio fundamental en nuestra comprensión de lo que es Dios y el hombre. Los conceptos tradicionales religiosos, que colocan a Dios en un cuerpo finito o atribuyen características humanas al Ser Supremo, oscurecen la naturaleza divina y su poder sanador. En el Antiguo Testamento, Dios se reveló a Sí mismo a Moisés como Yo Soy, como el Ser Supremo, sin forma física. Jesús continuó este punto de vista puramente espiritual acerca de Dios cuando dijo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

El reconocer que Dios es Espíritu infinito nos ayuda a ver al hombre y a la mujer de la creación del Espíritu como puramente espirituales. Es a esta individualidad tangible y espiritual a la que Jesús se estaba refiriendo cuando hizo esa notable declaración: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

Al descubrir la base científica del cristianismo, la Sra. Eddy percibió que el abandonar el punto de vista tradicional de un Dios antropomórfico y de un hombre físico, y adquirir la comprensión espiritual del creador y la creación, era un elemento esencial en la práctica de la curación cristiana como la enseñó Jesús.

En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe acerca de los acontecimientos que la guiaron a su descubrimiento: “La autora se afilió a la Iglesia Congregacional ortodoxa a edad temprana. Más tarde se dio cuenta de que ni sus propias oraciones, ni las de sus devotos padres ni las de la iglesia la sanaban; más cuando discernió en la Ciencia del cristianismo el sentido espiritual del credo, ese sentido espiritual fue un pronto auxilio”. Es este cambio fundamental en el pensamiento de lo material a lo espiritual lo que da el poder sanador a nuestras propias oraciones.

Una mañana, muy de repente, apenas podía ver con uno de mis ojos. Grandes espacios negros oscurecían mi visión. Pensando si no habría dañado mi lente de contacto, fui a ver al oculista. Después de decirme que el lente estaba bien, diagnosticó la condición. La prognosis fue que el mal era permanente, no curable con medicación, y que la cirugía ofrecía poca esperanza.

Inmediatamente después de salir de su oficina, intrépida y sin ningún temor, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que me diera tratamiento por medio de la oración. Yo también oré. Con firmeza y regularidad aparté mis pensamientos de la evidencia física y los dirigí al punto de vista espiritual en cuanto a mí como la imagen misma de Dios.

Una noche en que le pedí a una amiga que me llevara de vuelta a mi cuarto en el hotel después de una reunión de negocios porque no podía ver el camino, sentí una profunda necesidad de firmeza. Yo había estado orando para ver el gobierno de Dios manifestado en visión clara; no obstante, también me había estado sintiendo frustrada, y temerosa, creyéndome muy justa y buena, cuando la situación comercial parecía estar fuera de control. Si Dios verdaderamente era supremo sobre todo, El no sólo me estaba gobernando a mí, sino a todos. Vi que tenía que incorporar más plenamente la esencia de mi oración esforzándome por mantener un punto de vista espiritual acerca de los demás, incluyendo a mis socios comerciales. Yo podía encarar las situaciones diarias con el conocimiento de que el gobierno absoluto de Dios se está manifestando perfectamente en Su creación espiritual, el hombre.

Decidí dejar de prestar atención al estado de mi vista y empezar a poner más atención en la calidad de mis pensamientos y experiencia diarios. Empecé a rechazar mis impulsos de orgullo, temor, frustración, mal genio, como rasgos no característicos de mi verdadera naturaleza divina. Durante los días sumamente ocupados (no sólo durante los momentos de paz en mi hogar) me esforcé firmemente por ver más allá de las apariencias humanas hasta que pude sentir la cercanía y el poder omnipotente de Dios en acción. Me absorbí de tal manera en comprobar la evidencia espiritual que no puedo recordar exactamente cuándo se efectuó la curación física. En menos de un mes, los “espacios oscuros” desaparecieron permanentemente. Mis relaciones en mi trabajo también mejoraron.

La curación espiritual realmente se efectúa. Si podemos reconocer la veracidad de un solo incidente como prueba del poder sanador de Dios, hemos abierto nuestro pensamiento a las infinitas posibilidades de la curación divina.

Pero ¿qué decir si la mayoría de los habitantes del mundo pone en duda el hecho de que Neil Armstrong realmente caminó sobre la luna? El y todos aquellos que tomaron parte en la misión sabrían que fue un hecho. Y así es con la curación cristiana. Quienes han visto o experimentado el método sanador de Cristo Jesús, conocen la verdad de lo que han presenciado. La bendición de la curación espiritual está disponible para todos los que estén deseosos de dar esos primeros pasos espirituales.

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