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¿Cuáles son los modelos que rigen su vida?

Del número de febrero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Modelos. Nuestra Vida está llena de ellos. Muchos, tal como el deseo de cuidar de los demás o de ser honrado, son buenos, armoniosos, y traen felicidad. Otros, tales como la tendencia de poner fuera de su lugar las llaves de nuestro automóvil, nos hace sentir frustrados y disgustados. ¿Pero qué decir de los modelos más graves que tal vez hayamos llegado a temer y a aceptar que son mucho más perjudiciales para nuestro bienestar? Estos pueden incluir un ataque de influenza cada invierno, alergias, daño provocado por la ingestión de ciertos alimentos, contagio, disminución de las facultades, envejecimiento, o la costumbre de perder oportunidades, todo ello basado en experiencias pasadas que se han aceptado como parte inevitable de nuestra vida. La Ciencia Cristiana nos enseña que Dios, el Amor divino, jamás autoriza tales modelos. Por lo tanto, el hombre no tiene por qué expresarlos.

La Biblia nos asegura en el primer capítulo del Génesis, que todo lo que Dios hizo era muy bueno. El gobierno y el cuidado que El tiene por cada una de las ideas de Su creación jamás son incompletos o defectuosos. Dios sólo provee el bien al hombre. El amor al bien, la obediencia a la Verdad, y el proceder de acuerdo con la ley de Dios, proveen el único modelo que saca a luz al hombre perfecto de la creación de Dios. Nuestra vida debiera ser, como enseña la Biblia “ejemplo de buenas obras”.

El bien que Dios nos brinda en los Diez Mandamientos y en el Sermón del Monte de Cristo Jesús, nos ofrece un modelo práctico para nuestra vida diaria. Las verdades que estas enseñanzas revelan no dejan lugar para modelos redundantes de discordia. El aceptar que la discordia es un hecho, sería desobedecer el Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. ¿Acaso no está diciendo Dios en esencia que debemos creer en El, confiar en el Espíritu, el Amor, y no creer ni confiar en el mal, el opuesto del Amor?

Entonces, ¿cómo manifestamos los modelos buenos que todos anhelamos que se expresen en los acontecimientos de cada día? Si estamos andando a tientas a lo largo de un sendero oscuro por la noche, ciertamente anhelamos el momento de salir a la luz y poder ver nuestro camino claramente. De manera similar, cuando estamos pasando por experiencias humanas difíciles y oscuras, a medida que nuestro pensamiento acepta que solamente las cosas perfectas y buenas del Espíritu son verdaderas, podemos esperar que se disipen la oscuridad e imperfección del error, el opuesto del Espíritu. El esclarecimiento espiritual nos mostrará el camino a seguir y nos asegurará que todo está bien.

Esta iluminación revela la identidad propia del Cristo en cada uno de nosotros, mostrándonos las cualidades de la naturaleza generosa de Dios que son nuestras por ser Su linaje espiritual. Cambiamos los modelos imperfectos de acción y pensamiento por aquellos que expresan la perfección espiritual, que se ven en el esplendor de la gloria omnipresente de Dios, y que eclipsan así toda clase de discordia.

Hay un axioma que dice que no se pueden tener opuestos al mismo tiempo y en el mismo lugar. De manera que no podemos tener simultáneamente pensamientos de confianza y de desaliento, o de valor y de temor, o de esperanza y duda, o de gratitud y de depresión. Esto nos da un maravilloso punto de partida para corregir y abandonar los modelos oscuros del pensamiento. Las primeras son cualidades que poseemos como expresión de la Mente divina. Las últimas son contrahechuras de esta Mente y no pueden entrar en una consciencia espiritualmente iluminada como tampoco puede entrar la oscuridad en un cuarto iluminado. La luz de la intuición espiritual borra la oscuridad del falso testimonio del sentido material, y esto lleva a una manera de vivir saludable, satisfaciente y tranquila. Entonces hallamos que los modelos de nuestro día están en conformidad con la armonía que nuestro Padre-Madre Dios nos ha dado.

En cierta ocasión sané de dolores de cabeza que me habían atormentado por más de veinticinco años. El “modelo” era inequívoco e invariable: tenía síntomas alarmantes por la mañana; luego la condición empeoraba hasta la hora de acostarme, y después tenía que permanecer sentada toda la noche, pues el acostarme duplicaba el dolor. Hubo ocasiones en esos años en que la irrealidad de todo lo que no fuera autorizado por el Amor divino era tan evidente que me sentía libre, pero era temporario hasta que llegó una noche calurosa de verano.

Mi esposo y yo decidimos dormir en el porche sobre sofás de cabecera. Fue una de esas noches en que tuve que permanecer sentada. Pero ocurrieron dos cosas que cambiaron ese modelo para siempre. Primero, al recurrir en oración, afirmando mi unidad con mi Padre amado, conscientemente me rebelé contra este modelo injusto, contra la mente mortal, alias materia, que afirmaba gobernarme y hacerme manipular la materia para estar confortable. En un destello, vi que no necesitaba doblegarme ante otros dioses, en este caso, los dolores de cabeza. Y vi que podía y debía obedecer el Primer Mandamiento de amar y obedecer a un único Dios.

Al momento me acosté en una posición normal. Después de de años de obedecer una sentencia injusta, esta decisión pareció nada menos que milagrosa, y yo estaba asombrada de este mandato. Después ocurrió la segunda cosa. Me sentí rodeada por un gran afecto y gozo, me sentí abrazada, a salvo y protegida. Fue como si una voz me hubiera hablado: “Porque ahora confías en Mi, Mi hija, y no en la materia, percibe que te estoy defendiendo contra las consecuencias que la mente mortal ha pretendido haber impuesto en ti todos estos años si desobedecías sus órdenes”. Dormí sosegadamente toda la noche y desperté renovada y bien.

La curación fue completa con una excepción. Un año después tuve uno de esos dolores de cabeza pero me liberé en menos de una hora cuando comprendí que esa condición jamás había sido real en primer lugar. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, explica: “Creemos que hemos sanado cuando desaparece un malestar, aunque exista la posibilidad de que reaparezca; pero nunca sanamos por completo mientras no se elimine la predisposición a enfermar”. Sané permanentemente cuando se eliminó la “predisposición” al reconocer que la Ciencia Cristiana sana sólo la creencia en la realidad de la enfermedad, puesto que la enfermedad no es real. De manera que los dolores de cabeza jamás fueron parte del reino de Dios, y, por lo tanto, jamás fueron verdaderos. Mi temor a ellos desapareció, y el modelo de veinticinco años fue destruido para siempre. Esto me demostró que jamás tenemos que temer la repetición de una experiencia desagradable cuando comprendemos que jamás estuvimos en ella.

Al hablar de los modelos imperfectos que el mundo continuamente pone delante de nuestra vista, la Sra. Eddy escribe en el mismo libro: “El resultado es que estáis propensos a seguir esos patrones inferiores, a limitar así la obra de vuestra vida y a adoptar en vuestra existencia el diseño anguloso y la deformidad de los modelos de la materia”. En vista de la confusión, el desorden, y el malestar realmente innecesario que la sumisión a tales “patrones inferiores” nos traen, ¿acaso no vale pena hacer todo esfuerzo necesario para vigilar lo que aceptamos que está gobernando nuestra vida? Por más que hayamos creído por largo tiempo en un escenario de mala salud, errores deplorables, o defectos de carácter, ellos jamás han sido parte de nuestra perfecta identidad creada a semejanza de Dios. Podemos avanzar por un sendero de gozo, salud, armonía, integridad y realización. Este es el modelo que Dios decreta y que nosotros podemos seguir.

¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.. .
De todo mal camino contuve mis pies,
para guardar tu palabra.. .
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

Salmo 119:97, 101, 103, 104

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