La Ciencia Cristiana ha tenido una profunda influencia en mi vida. Cuando comencé a asistir a la universidad, sentí que tenía que tomar una decisión con respecto a mi vida: Tenía que decidir si trataría o no de vivir mi vida de acuerdo con las enseñanzas de Cristo Jesús. Ese año de 1987, fui a trabajar a un campamento de verano, y experimenté el poder de estas enseñanzas a través de mi trabajo con jóvenes Científicos Cristianos. El observar que niños de siete años tenían fe y confianza en Dios y practicaban la Ciencia Cristiana, realmente me abrió los ojos. El cristianismo dejó de ser simplemente algo en qué creer; pude dar fe del mismo y sentirlo personalmente.
Llevé conmigo a la universidad este amor por la Ciencia Cristiana recién descubierto, y lo he hecho parte de mi vida diaria durante los últimos tres años. He tenido maravillosas curaciones, y he encontrado respuesta a todas mis necesidades.
Un día estaba en el gimnasio cuando me lastimé el tobillo. Decidí ir a la enfermería para que lo examinaran. Me confirmaron que estaba fracturado, y me dieron un molde de yeso para poner y quitar, y un par de muletas.
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