Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Progreso donde el progreso parecía imposible

Seminario: Necesidades especiales

Del número de febrero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Pocas Cosas Requieren más humildad y buena disposición que el cambio de planes y expectativas a que debe adaptarse una joven familia ante el desafío que representa tener un hijo con una grave incapacidad física o mental. A veces una extraordinaria expresión de paciencia y amor se convierte en una norma diaria, y hay progreso donde nada lo hacía prever. La entereza, el amor y la habilidad de muchas familias que están en esta situación, traen mucha inspiración a todos.

La oración persistente y activa es a menudo un apoyo más para esas familias. Los Científicos Cristianos, que comprenden que la oración es una afirmación de la ley de curación de Dios, han encontrado que puede haber notables progresos donde el progreso parecía imposible.

Muchas curaciones de los Científicos Cristianos son rápidas; algunas llevan más tiempo; y unas pocas, si bien uno puede ver una mejoría significativa y continua, pueden extenderse durante varios años.

“La curación en proceso”, como se la podría llamar, por lo general no se discute en profundidad hasta que la curación es completa, y el esfuerzo y el cuidado a través de la oración no se detienen hasta llegar a ese punto. Pero a veces resulta reconfortante y útil para aquellos que hace un tiempo que están enfrentando desafíos, aprender algo de lo que se ha logrado a través de la oración continua, y a menudo frente a predicciones de que no es posible esperar mejoría alguna.

Es con este profundo deseo de ayudar que varias personas compartieron la experiencia de familias Científicas Cristianas. Ellas cuentan cómo la oración ha sido de ayuda en casos de niños que necesitan atención especial, y cómo alimenta el corazón.


“Oramos para ver que cada pretensión de limitación carecía de poder”

Desde su nacimiento nuestra hija mostró serios problemas físicos y mentales. Se nos dijo que posiblemente nunca caminaría y que sólo tendría capacidad para aprender a un nivel muy limitado. Pero mi esposo y yo habíamos tenido numerosas curaciones en la Ciencia Cristiana y sabíamos que no podíamos aceptar una expectativa limitada de progreso, algo imposible en la creación de Dios.

Sólo una cosa se podía hacer: orar todavía más profundamente y tratar de crecer espiritualmente. Nos negamos a aceptar limitaciones mortales y predicciones respecto a alguien que, a pesar de la evidencia física, sabíamos era la hija amada de Dios, sin limitaciones de ninguna clase en su identidad espiritual. Sabíamos que esta identidad y habilidad verdaderas podrían ser vistas y demostradas cada vez más al ir logrando una mayor comprensión de la Ciencia del Cristo descubierta por Mary Baker Eddy; esta Ciencia nos muestra el amor y el poder de Dios para destruir la enfermedad, la carencia y la limitación de cualquier índole.

Fueron de gran inspiración para nosotros las palabras de la Sra. Eddy en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany:“Para la historia es conveniente registrar las limitaciones y considerar el mal como real, pero es imposible en la Ciencia creer esto, o sobre una base semejante, demostrar el Principio divino sobre lo que es real, armonioso y eterno — lo que esta basado en un Dios infinito y el hombre, que es Su idea, imagen y semejanza”.

Aunque el progreso nos parecía a veces terriblemente lento, mirando en retrospectiva nos damos cuenta de que a menudo fue realmente sorprendente. Los primeros pasos que dio esta hija, sus frases finalmente completas, y más tarde el aprender a andar en bicicleta, por ejemplo, me recordó que una vez, llena de tristeza, sentí que si tan sólo ella se pudiera sentar por sus propios medios, para mí eso hubiera sido casi suficiente.

No estábamos orando simplemente por su curación; también estábamos luchando por superar nuestros propios rasgos de carácter negativos, como impaciencia, frustración, falso orgullo, y así sucesivamente.

A menudo nos envolvía una sensación maravillosa de luz que iba en aumento, cuando orábamos para ver la irrealidad y la falta de poder de cada pretensión de limitación. Esta hija se reunía cada mañana con el resto de la familia para estudiar, por lo menos, una sección de la Lección-Sermón semanal que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y que incluye pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituraspor Mary Baker Eddy. Y todas las noches, al arropar a cada uno de los niños en su cama, repetíamos todos el Padre Nuestro y hablábamos del gran amor de Dios y de Su mandato de que hay salud, inteligencia y habilidad para cada uno de Sus hijos. Yo componía para cada niño un cantito de gozo y gratitud por cada esfuerzo realizado, por cada expresión de amor y generosidad, por cada logro que daba mayor testimonio de la bondad de Dios y que había sido comprobado durante el día. Nos parecía que era importante hacer esto por nuestra hija aun antes de que ella realmente se diera cuenta de ello, aparte de la felicidad de compartir todos juntos un momento tan lleno de amor. Esos momentos estaban imbuidos de una gran paz y a menudo de humor, y eso nos ayudaba a poner el día en una perspectiva correcta y más espiritual. Aun en los días más negros, cuando cualquier signo de cambio parecía mínimo, inexistente o, peor aún, en retroceso, yo encontraba que alguna luz, algún bien, siempre podía hallarse; y siempre expresábamos gratitud de que, a pesar de las apariencias, Dios era Dios y podía ser visto como tal, como el único poder, la única causa real, la única Vida que existe.

Había otros puntos que también era necesario tener en cuenta, además de los problemas físicos y mentales de esta hija. Oramos mucho para encontrar el equilibrio justo y el tiempo necesario para atender de manera adecuada a las necesidades de los otros miembros de la familia. Cada uno necesitaba sentir que estaba tiernamente cuidado por Dios y por cada uno de los otros; era preciso ver, cada vez en mayor medida, que resolver este problema no podía perjudicar ni privar a nadie del bien. Eso no siempre era fácil. Aunque los otros niños eran, en general, maravillosamente generosos, serviciales y amorosos con su hermana — y a veces sus firmes defensores ante los matones del vecindario — pasaban momentos francamente difíciles frente a las tentaciones de sentir vergüenza y frustración. Todo esto hizo que también ellos aprendieran acerca del amor y el constante cuidado de Dios y “salieran a flote” una y otra vez de una manera que nos daba un profundo regocijo.

Como integrantes de una familia nos esforzamos por comprender, con mayor claridad, el hecho divino, tal como la Ciencia Cristiana lo revela, de que el hombre, la idea espiritual de Dios, Su manifestación misma, refleja por completo cada una de Sus cualidades, sin carecer de nada que sea bueno. Y sabíamos que al acudir confiadamente a Dios por medio de la oración, tratando de ajustar nuestros pensamientos y acciones a un amor y una disciplina más semejantes al Cristo, veríamos que esas verdades se harían cada vez más evidentes.

Cuando esta hija llegó a la edad de asistir al jardín de infantes, las autoridades del distrito escolar no le permitieron ingresar ni siquiera a una clase de educación especial, informándonos que de acuerdo con los exámenes que le habían practicado, ella no estaba capacitada para recibir educación alguna. Después de orar persistentemente y de tener muchas reuniones con diferentes funcionarios, se le permitió asistir a clase, pero se nos previno que podríamos estar “apurándola” con el consiguiente perjuicio para ella y se nos indicó que debíamos “ayudarla a aceptar sus limitaciones” a fin de que pudiera llegar a sentirse algo feliz. No discutimos con ellos sino que nos regocijamos interiormente sabiendo que no estábamos aceptando las limitaciones sino que las estábamos desechando mediante el Cristo, la Verdad. Y, verdaderamente, esta hija continuó expresando mucha dulzura, amor y, casi siempre, felicidad.

Unos años más tarde, sacarla de la clase especial para enviarla a una clase regular, fue una demostración semejante a la que había sido conseguir que ingresara en la clase especial en un comienzo. Las autoridades de la escuela expresaron su bien intencionada preocupación de que la niña no estaría en condiciones de superar el “inevitable fracaso” al que tendría que enfrentarse. Sin embargo, ella siguió adelante hasta graduarse en la escuela secundaria con buenas calificaciones en materias tan diferentes como álgebra y español y a continuación estudió dos años más en una universidad local.

En la escuela primaria, había mostrado interés por la música. Mientras estaba aún en la clase especial, tocó con la orquesta del colegio todo un concierto para piano escrito para jóvenes, y en la escuela secundaria acompañó a otros instrumentistas y actuó como solista en competencias musicales. Esta aptitud no podía encuadrarse dentro de lo que se describe como un “don”. Ella tuvo que trabajar duro en música, comenzando con los principios de la instrucción regular, aprendiendo a leer música y luego practicando durante largas horas antes de alcanzar los méritos que le fueron reconocidos.

Durante todos esos años, oramos fervientemente en busca de dirección y guía para saber qué debíamos hacer humanamente; cómo encontrar la gente y las situaciones adecuadas que pudiesen desempeñar una función importante en el progreso de esta hija. Esa oración fue respondida una y otra vez, guiándonos a maestros y amigos que expresaban al Cristo — algunos eran Científicos Cristianos, otros no — que estaban dispuestos a mirar más allá de las dificultades, hacia las posibilidades, y a trabajar de manera incansable con ella para alcanzar metas elevadas.

Ella ahora se ha independizado: vive en otra ciudad y es muy feliz; trabaja en una oficina y colabora activamente en la filial de una Iglesia de Cristo, Científico, una iglesia que le dio la bienvenida con amor, animándola y ayudándola para que participe plenamente en los servicios y actividades de la iglesia.

Parecería, por lo dicho anteriormente, que la curación fuera completa; y por cierto que lo que se demostró hasta ahora está a años-luz de todos los primeros pronósticos. Ella y nosotros estamos profundamente agradecidos. Pero ella y los que la conocen saben que se necesita aún más y tanto ella como la familia oran en forma continua y diligente. Nos alienta saber que la oportunidad para la curación nunca puede ser negada. Dicha oportunidad nunca está sujeta a accidentes, al azar o a las circunstancias. No está limitada a la concepción y formación dentro del seno materno, ni termina después de un cierto número de años de crecimiento físico y mental. Sean cuales sean las circunstancias humanas o la cantidad de años que lleve, la curación es siempre una posibilidad presente cuando uno se vuelve a la ley de Dios que lo gobierna todo.

La oración científica es efectiva, trayendo curación a todas las necesidades humanas. Por nuestra experiencia, podemos decir a otros: “Tengan ánimo, oren, amen y persistan”.

P.D.: Cuando compartí lo que aquí está escrito con la hija que mencioné — para averiguar si estaba escrito con exactitud de acuerdo con lo que ella recordaba y dando por hecho que ella se sentiría feliz de que su experiencia fuese compartida, aunque fuera en forma anónima — ella me envió la siguiente nota, rogándome que se la hiciese llegar a los Redactores:

“Estoy muy agradecida por lo que he aprendido en la Ciencia Cristiana. Ciertamente ha sido una inspiración maravillosa para mí y mi familia. También quiero expresar gratitud por el progreso espiritual que he realizado hasta ahora, y que continúo realizando. Sin duda mi familia ha desempeñado una función importante al ayudarme a progresar no sólo humana sino también espiritualmente. Tal como Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud: 'El progreso nace de la experiencia'. Esa declaración ha sido una de mis favoritas durante el período de mi crecimiento. Aún hoy significa mucho para mí. También estoy agradecida por ser miembro activo de una iglesia filial y de La Iglesia Madre”.


“Catorce años ayudando a los que necesitan atención especial”

Durante los catorce años en que participé en programas de ayuda para personas que necesitan atención especial, crecí hasta llegar a amar profundamente esa tarea. Fue verdaderamente una travesía de amor. Ahora, al estar en la práctica pública de la Ciencia Cristiana, he trabajado muy de cerca con varios casos que tenían necesidad de atención especial, y veo, con más claridad que nunca, el valor irreemplazable que tiene la Ciencia Cristiana en el progreso de ellos.

No es preciso tener un ser querido con una necesidad de atención especial para darse cuenta de que el pensamiento convencional del mundo trata a cada paso de poner limitaciones y obstáculos en nuestro camino. Después de todo, el mundo ve por todas partes a niños, hombres y mujeres en términos de limitación — psicológica y física — al igual que en términos de vulnerabilidad.

Cristo Jesús anuló esta idea acerca del hombre, mostrando que el hombre fue creado espiritualmente. Y mostró también que el concepto espiritual del hombre es un concepto práctico: reemplaza la incapacidad con la libertad, la demencia con la cordura, el temor con el amor. Hoy en día el espíritu del Cristo puede ser un amigo maravilloso para cada uno de nosotros, inclusive si en la familia hay alguien con una necesidad de atención especial. Jesús no agrupó a los que acudían a él en busca de curación en clases o tipos de enfermedades. Sus curaciones elevaron el concepto de lo que es el hombre muy por encima del débil pensamiento mortal, que necesita ser constantemente rehabilitado, hacia el hombre “no... [engendrado] de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana se basan en ese realismo espiritual que Cristo Jesús trajo al mundo. Y continúa con este mensaje mostrando cómo cada persona puede conocer la riqueza y la plenitud del amor de Dios por el hombre, aun antes de que todas las creencias de limitación y carencia hayan sido superadas. Si somos un padre o una madre, un maestro o ese alguien que necesita atención especial, podemos ver señales de la verdad total acerca de la identidad espiritual de la persona en cada paso de progreso, por pequeño que pueda parecer a veces. Esto puede ser una fuente de gozo ilimitado a lo largo del camino. Y el gozo — y no la incapacidad — puede ser, en lugar de un obstáculo, la sustancia y realidad de nuestra experiencia. Durante los años en que trabajé con niños que necesitan atención especial, he visto innumerables ejemplos en los que el progreso (físico e intelectual) superó de manera dramática todas las predicciones.

También me he sentido muy inspirado al confiar en que Dios está haciendo lo que El ya ha determinado hacer en la vida de cada uno de Sus hijos. La verdad espiritual y científica es que el hombre pertenece a Dios; por lo tanto, también es verdad que el crecimiento está gobernado por el Principio divino. El hecho de la identidad espiritual e inteligente del hombre está siempre intacta, pero la Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: “He aquí la declaración enfática de que Dios crea todo por medio de la Mente, no por medio de la materia — que la planta crece, no debido a la semilla o tierra, sino porque el crecimiento es el eterno mandato de la Mente”. Esta declaración me ha fortalecido al tratar de ser más que una simple “ayudante” en el crecimiento de alguien. El gozo verdadero se experimenta al ser testigo de lo que Dios ya está haciendo en la vida de cada uno.


“Preguntas sobre la educación contestadas paso a paso”

Se considera que uno de nuestros hijos requiere atención especial. A menudo, oro para lograr tener un sentido de aventura espiritual con respecto a este desafío. Esta oración me ayuda a disolver la carga del temor o la incertidumbre que podría intentar penetrar en el pensamiento. Y las muchas oportunidades en las que se dieron naturalmente las condiciones para tener una experiencia armoniosa, son para mí pruebas de que la aventura es realmente divinamente orientada.

Una lección muy importante que no se aparta de mí, tiene relación con la verdad acerca de las ideas espirituales. La Ciencia Cristiana revela que el hombre — el verdadero ser espiritual de cada persona — es el hijo, la idea de la única Mente, Dios. Cada idea es completa. Cuando aparece en la consciencia, llega con cada uno de los detalles necesarios para ponerla en práctica o llevarla a cabo. Estos detalles van apareciendo en nuestra experiencia humana gradualmente y en el momento preciso de nuestro crecimiento.

Pienso que la idea espiritual que aparece en la consciencia humana es algo así como una semilla: todo lo que la nueva planta necesita está contenido dentro de esa semilla aunque al comienzo, las hojas y el fruto aún no puedan verse. Tenemos confianza en que el ímpetu que gobierna el crecimiento los sacará a luz. La comprensión de que cada amado hijo llega a nuestra experiencia exactamente provisto de todo lo que necesita para cumplir el plan del Padre en todos los detalles, ha sido una convicción muy reconfortante, fortalecedora y gozosa. Ha traído con ella la expectativa que nos permite permanecer calmados, aun cuando no hay respuestas humanas inmediatas, y valorar el progreso como algo impulsado por Dios, no generado humanamente.

Muchas veces se nos ha demostrado la verdad de este concepto. Preguntas acerca de la enseñanza han sido respondidas paso a paso, sin búsquedas frenéticas ni falsos comienzos. Una vez, después de habernos mudado a otra zona, descubrimos que una escuela cercana que estaba aún en construcción, iba a tener un programa cuyo prototipo era de educación especial. Esto respondió de una manera completa y abundante a las necesidades que tenía nuestra familia en esa época. Cuando llegó el momento de mudarnos nuevamente, fui a informarme acerca del sistema de enseñanza en la nueva escuela para saber con qué servicios podíamos contar para nuestras necesidades especiales. Y encontré que la ciudad estaba esperando tener un alumno más que requería atención especial a fin de que la clase especial pudiese ser ubicada en una escuela local en vez de estar situada mucho más lejos, en otra comunidad. Debido a nuestra llegada, la ciudad pudo responder a las necesidades de muchos otros con menor costo y mejores instalaciones.

Más allá de esas manifestaciones prácticas que responden a todas las necesidades a medida que se presentan, la expectativa del bien es un incentivo espiritual para sanar de una manera más profunda. Debido a su naturaleza, la expectativa rechaza las limitaciones mortales. Mantiene el pensamiento abierto al progreso. Contempla el progreso como una condición natural, que no produce sorpresas sino que es aceptado. En nuestra propia experiencia, hemos comprobado los indiscutibles logros que alcanzó el miembro de nuestra familia en coordinación física, en una mayor claridad en el habla y en una expresión más plena de inteligencia. La aventura en esto es saber no solamente que la niebla mortal se va atenuando constantemente y nos deja ver con mayor claridad, sino también que el viento divino que disipa a la niebla es seguro, continuo y amoroso. Llevará a cabo el “fin esperado”: progreso continuo y práctico, y crecimiento espiritual.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1992

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.