A pesar de, debido a, su comienzo en un establo
(no hay espacio en mansiones mundanas para
tan profunda pureza)
Nuestro infante de entendimiento
semejante al Cristo crecerá.
No hay Herodes — el terror de la pérdida de poder
que se convierte en terrorismo —
Que pueda matar a esta preciosa criatura
porque la inocencia
encuentra seguro refugio al abrigo del Amor.
Y conforme se desarrolla el entendimiento espiritual del infante,
fortalecido por la mayor sabiduría y la gracia divina,
finalmente alcanzamos la estatura del Cristo
y despertamos, satisfechos, a semejanza de
nuestra Madre-Padre.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!