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Nuevo amanecer

Del número de diciembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Bajo el brillante resplandor de una estrella
Un bebé duerme sobre la paja.
¿Quién habría imaginado que movería montañas
y revelaría al Cristo — la Verdad — sin mácula?

Ángeles de luz, cantaron Aleluya,
Ese bendito día en la tierra
En que sintió María muy dentro de su ser
El gozo de un nacimiento prodigioso.

Aunque su permanencia fue breve
Y sus costumbres buenas y humildes,
Sus palabras perdurarán y sanarán eternamente,
Tal fue la sabiduría con que habló

De redención, amor y gloria
De la vida, que jamás cesará;
Su venida fue para toda la humanidad.
Para todos, la certeza de la paz.

Más aún, Él prometió el Consolador
Para que todos su cristianismo sintieran
Y se conozca en todas partes la presencia de Dios
¡Su poder para salvar y sanar!

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