La Época De Navidad es la que generalmente trae a los cristianos las mayores alegrías del año. En ella se conmemora el nacimiento de Jesús y nos recuerda el Cristo, la Verdad siempre presente que Jesús demostró tan plenamente a través de sus numerosas curaciones.
A veces da la impresión de que las actividades humanas asociadas de alguna manera con la Navidad casi borran su verdadero significado y es posible que a veces anhelemos ver que este acontecimiento tan maravilloso se celebre de un modo menos material. Pero no podemos ayudar a espiritualizar las creencias que tiene el mundo acerca de la Navidad, tratando meramente de eliminar las costumbres humanas.
Oliver Cromwell, que gobernó Inglaterra a mediados del 1600, era un Puritano que tenía puntos de vista muy estrictos acerca de la celebración de la Navidad. Winston S. Churchill, escribió en The New World: A History of the English Speaking People (El nuevo mundo: una historia de la gente de habla inglesa): “El parlamento estaba profundamente preocupado por la libertad que (la Navidad) ponía al alcance de los placeres carnales y sensuales. El día de Navidad, antes de la hora de la cena, se enviaban soldados por todo Londres, con la misión de entrar en las casas, sin autorización y se llevaran toda la comida que se estaba cocinando en las cocinas y en los hornos”. Winston S. Churchill, The New World: A History of the English Speaking People (New York: Dodd, Mead & Company, 1965, pág. 312).
Ni Cromwell ni ningún otro desde entonces pudo reglamentar los festejos con que la humanidad celebra la Navidad. Por el contrario siguen creciendo. Tal vez nos produzcan risa los conceptos rígidos y extremistas acerca de cómo deberían comportarse los cristianos en su celebración del nacimiento de Cristo Jesús; pero una mujer comprobó que su propio concepto era tan rígido como el de Cromwell.
Durante muchos años, ella y su marido, ambos estudiantes de Ciencia Cristiana, habían considerado que la actividad frenética que tenía lugar durante la temporada de Navidad, era una burla a su verdadero significado. Sin embargo, esa actitud no les proporcionaba la paz y la alegría que buscaban. Finalmente, un año, la mujer oró fervientemente rogándole a Dios que le revelara la razón por la cual continuaba sintiéndose tan deprimida. De inmediato, le vinieron al pensamiento las siguientes palabras del Evangelio según Lucas: “Nuevas de gran gozo”. La Biblia relata que cuando nació Jesús, un ángel, un mensaje de Dios, apareció a los pastores que cuidaban sus rebaños, diciéndoles: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Lucas 2:10, 11.
La mujer comprendió con mayor claridad que nunca, que las “nuevas de gran gozo” eran las realidades que ponían de manifiesto el nacimiento virginal de Jesús. El verdadero mensaje de la Navidad es que Dios es el único creador del hombre y del universo y que Su creación es espiritual y perfecta y enteramente buena.
La creencia mortal reduce el mensaje de la Navidad a un nivel humano. Se concentra en el intercambio de regalos y en los momentos de diversión y se decepciona al no poder encontrar una alegría duradera. La falsa creencia subyacente de que existe una creación espiritual y otra material, de que tanto Dios como el hombre son creadores, deja a la humanidad sufriendo de lo que comúnmente se llama “melancolía de Navidad” o “depresión por las fiestas”.
Mary Baker Eddy escribe: “Un concepto mortal, corpóreo o finito de Dios no puede abarcar las glorias de la Vida y del Amor incorpóreos e ilimitados. De ahí que el insatisfecho anhelo humano desee algo mejor, más elevado y más sagrado de lo que proporciona una creencia material en un Dios y un hombre físicos”.Ciencia y Salud, pág. 258.
Las actividades humanas no pueden satisfacer el anhelo por algo mejor pero tampoco pueden destruir la verdadera idea de la Navidad. No es necesario dejar de lado todas las actividades que se llevan a cabo con motivo de la Navidad; pero encontraremos una alegría más profunda y más duradera, si mantenemos nuestros pensamientos concentrados en las realidades espirituales de la creación y damos la bienvenida a las cualidades que tienen su origen en Dios, tales como la pureza, la paz, el amor, la caridad y la gratitud. Es en la consciencia individual donde el Cristo puede ser oscurecido o revelado.
Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús porqué sus discípulos transgredían la tradición mosaica al no lavarse las manos antes de comer, él les indicó que son los malos pensamientos y no las manos sin lavar lo que contamina al hombre. Véase Mateo 15:1–11. Jesús observaba las costumbres de la época: concurrió al casamiento donde transformó el agua en vino; celebró la Pascua con sus discípulos. El Maestro utilizaba esas ocasiones para elevar la consciencia humana por encima de las creencias materiales. Si tal como lo indicó Jesús, los pensamientos erróneos son los que contaminan, es evidente entonces que los pensamientos que vienen de Dios, purifican, sanan y bendicen. Estos pensamientos son los adecuados para celebrar la Navidad.
Las costumbres humanas no necesitan desplazar al Cristo fuera de la Navidad. En cada cosa que hacemos, o afirmamos la verdad o aceptamos el error. Si elegimos pensar espiritualmente en todo lo que hacemos, eso purificará nuestra consciencia, nos ayudará a eliminar la oscuridad de las creencias materiales y en cierta medida, aliviará la carga del materialismo que pesa sobre la humanidad.
La Sra. Eddy escribe: “La base de la Navidad es la roca, Cristo Jesús; sus frutos son la inspiración y el entendimiento espiritual del gozo y el regocijo — y no debido a la tradición, la costumbre o los placeres corporales, sino debido a la verdad demostrable y fundamental, debido al cielo dentro de nosotros”.The First Church of Christ, Scientist and Miscellany, pág. 260.
Si no sentimos que hay mucho “cielo dentro de nosotros”, es posible que nuestros pensamientos necesiten una purificación. Tal vez lo que necesitamos es ir más allá de la condena que proviene de sentir un vacío debido a la comercialización de la Navidad o por la manera que otros eligen de conmemorar ese acontecimiento. El Apóstol Pablo dijo: “Eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo”. Rom. 2:1.
La mujer, oró y pensó mucho en ese reproche bíblico. Se dio cuenta de que ella se había dedicado a juzgar reiteradamente la manera en que algunos cristianos celebraban la Navidad, pero no había tomado en cuenta que su constante crítica mental y sus pensamientos negativos y a veces hostiles, era algo mucho peor y ella debería haberlo sabido. Declarar falsedades no trae curación y por cierto, no conmemora la Navidad.
No debemos sentirnos desanimados por la manera en que los sentidos materiales describen el momento de la Navidad. Aunque nos parezca que lo más apropiado es celebrarlo en la intimidad, apartarnos egoístamente de los demás, no es la mejor respuesta. Lo que más se necesita es que ejercitemos nuestro sentido espiritual. La mujer percibió que su creencia en el supuesto poder del materialismo, era lo que se había manifestado en forma de depresión y alejamiento. Por lo tanto, lo que ella debía hacer era no seguir creyendo que había algo más que una sola Mente o algo más que una sola clase de hombre. Ella comprendió que el hombre es en realidad la imagen espiritual de Dios, gobernado por la Mente divina, por la pureza del Espíritu. Comenzó a vigilar cuidadosamente sus pensamientos, tratando de corregir cada error que se presentaba. A cada sugestión la consideraba una imposición de la mente carnal, que intentaba contaminar el mensaje espiritual de la Navidad. Al no permitir que estos errores ocuparan lugar alguno en su consciencia, comenzó a sentir la calidez y la alegría de las fiestas navideñas. A medida que fue disminuyendo la resistencia contra la influencia purificadora del Cristo, sintió más amor y alegría. Su respuesta correcta trajo crecimiento espiritual. Asimismo, tuvo varias experiencias en las cuales se manifestó el verdadero espíritu de la Navidad.
La Navidad puede celebrarse todos los días, durante todo el año. La expresión consciente de las cualidades de Dios, trae alegría a la experiencia individual y sana el desacuerdo. La curación espiritual anuncia la llegada del Cristo a la consciencia humana y esto es la esencia de la Navidad.