Cuando "Un Ángel del Señor" se presentó a los pastores para anunciarles el nacimiento de Cristo Jesús, les dijo: "No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo". Lucas 2:9, 10. No cabe duda de que la ley de la Verdad universal, expresada en cada extraordinario aspecto de la vida de Jesús, su nacimiento, sus enseñanzas, sus obras, no podía menos que estar consagrada a "todo el pueblo". Ni tampoco podían sentir menos que "gran gozo" todos aquellos que aprendieran del Cristo que la ley de Dios — la Verdad, la Vida y el Amor divinos — es la ley que tiene autoridad sobre el hombre y el universo. Este mensaje del Cristo promete libertad, y de hecho libera del pecado, la enfermedad y la muerte a todo buscador de la verdad, en la medida en que ésta sea admitida, comprendida y vivida con fidelidad.
Las Escrituras, libro llamado la Santa Biblia, fueron escritas para anunciar a toda la humanidad el mensaje de la verdad espiritual que nos dejó Cristo. Por esta razón, ninguna persona debería ser privada de la posibilidad de tener una Biblia. Además, todos deberíamos tener la oportunidad de comprender el mensaje espiritual que contienen las Escrituras.
Fue a través de su estudio de la Biblia que Mary Baker Eddy descubrió la Ciencia del Cristo, la ley de Dios mediante la cual Jesús reformó al pecador y sanó al enfermo — el Consolador divino que Jesús prometió que el Padre enviaría para explicar sus enseñanzas. La Sra. Eddy amaba la Biblia. Ella dijo: "Las Escrituras son muy sagradas. Nuestro objetivo debe ser el de contribuir a que se las comprenda espiritualmente, porque sólo mediante esa comprensión se puede llegar a la verdad".. Ciencia y Salud, pág. 547.
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