En Una Ocasión poco después de la Navidad experimenté malestar en el abdomen y pasé varias noches muy adolorida. Hace ya muchos años que tengo un empleo en el comercio al por menor que me tiene de pie todo el día, y después del ajetreo de las fiestas fui tentada a creer que me había esforzado tanto que como resultado sufría de ese problema físico. Tenía mucho miedo.
Al tornar mi pensamiento a la Lección Bíblica de la semana, encontré muchas ideas útiles, aunque al principio no encontré curación.
Los miembros de mi familia que no son Científicos Cristianos se preocuparon e insistieron que fuera a ver a un médico. Entonces me di cuenta de cuánto necesitaba cuidar de mí misma.
Llamé por teléfono a un practicista y le pedí que orara conmigo. Me recordó que yo era espiritual y que no podía sufrir los efectos de las leyes materiales acerca del esfuerzo excesivo; dichas leyes no existían. Reflexionamos juntos sobre la descripción de Iglesia en Ciencia y Salud, la cual dice en parte: “... todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él” (pág. 583). Me di cuenta de que yo también descansaba sobre el Principio, Dios, y que éste era el fundamento de mi ser. Otra declaración que encontré útil dice claramente: “La Mente no es impotente“ (Ibid., pág. 191). Logré percibir el poder de Dios y Su amor.
Debido a la preocupación de mi familia sentí que era justo calmar sus temores, así que fui a un médico para que me hiciera un examen. Me dijo que tenía un quiste en un ovario, y me pidió que me hiciera una exploración ultrasónica. Decidí esperar hasta que me sintiera bien segura de que entendía realmente la verdad espiritual de que esta condición era errónea e irreal.
Fue entonces cuando se me ocurrió escribir algo para una de las revistas de la Ciencia Cristiana. Cuando terminé de escribir el artículo propuesto, sentí como si un gran peso se hubiera desprendido de mi abdomen. Entonces hice una cita para la exploración recomendada. Después de un examen muy completo, uno de los dos médicos me dijo que no sabía realmente porqué estaba yo allí puesto que no tenía ningún problema físico. Pueden imaginar mi gratitud. Por supuesto mi familia estaba muy contenta. Uno de los pasajes que encontré útil está en la página 392 de Ciencia y Salud: “El temor, el cual es un elemento de toda enfermedad, tiene que ser expulsado para reajustar la balanza a favor de Dios”.
Estoy muy agradecida a Mary Baker Eddy por la Ciencia Cristiana, la cual ha sido mi forma de vida durante más de cincuenta años.
Ciudad del Cabo
Cabo Occidental, África del Sur
