La Hermosura De la curación por medio de la oración radica en que tanto las lecciones que se aprenden como las mejoras físicas que se producen como resultado de esas lecciones, son permanentes.
Hace algunos años, mientras patinaba en el hielo, me caí y se me dislocó un hombro. Como había sido patinador olímpico y debía haber evitado el accidente, me vi agobiado por pensamientos de autocrítica por haber sido tan descuidado. El dolor que sentía era muy fuerte.
Pedí ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien me hizo recordar que “No puede atormentarme ni pena ni dolor, ni nada separarme jamás de Ti, Señor” (Himno No. 135 del Himnario de la Ciencia Cristiana). Esto calmó mi pensamiento y comencé a orar para afirmar la verdad sobre la totalidad y plenitud del hombre en Dios. Rápidamente, el hombro volvió a su posición normal y pude manejar solo mi auto que no es automático, hasta mi casa.
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