El Mensaje De Navidad está lleno de gozo, son las buenas nuevas del amor y la provisión que Dios tiene para cada uno de sus hijos. El pensamiento religioso limitado trata de centrar su atención simplemente en el breve momento “del niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. Lucas 2:12. Pero la Ciencia Cristiana nos enseña que la Navidad nos recuerda la eterna presencia del gozo espiritual y la relación invariable del hombre con el Amor divino. Podemos acudir a esta fuente de gozo espiritual aun cuando consideremos que estamos abatidos por el sufrimiento físico o mental.
En toda su carrera terrenal, Cristo Jesús personificó y demostró el poder que tiene el gozo verdadero para regenerar y reformar la vida de la gente. Aun cuando estaba enfrentando la crucifixión, elevó el pensamiento de sus discípulos a un punto de vista más espiritual cuando oró de esta manera: “Hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos”. Juan 17:13. Jesús aseguró a sus discípulos que “nadie os quitará vuestro gozo”. Véase Juan 16:22. ¡Cuán diferente era su punto de vista de aquellos que asumían una actitud severa en nombre de la piedad! El nos enseñó que el gozo que nos produce el amor de Dios triunfa y trae curación y nos eleva hasta alcanzar una comprensión más profunda de nuestra verdadera identidad como hijos de Dios, Su expresión perfecta.
No obstante, reclamar y mantener el dominio del gozo del cual habló, requiere vigilancia. Debemos proteger nuestra creciente comprensión del gozo, de todo lo que pretenda privarnos de él, especialmente las imposiciones, como cuando alguien gruñe y nos dice: “¿Por qué estás tan feliz?” “¿Acaso no escuchas lo que dicen los medios de comunicación?” “Hambre, guerra, peste” O cuando vocifera algún dolor y nos insinúa “Tú debes sufrir porque estás enfermo”. No debemos ignorar tales desafíos, sino reconocer con valentía que son argumentos generales del materialismo que reclaman autoridad para desalentarnos y deprimirnos, sugiriéndonos que el hombre está alejado del amor de Dios. Con valor y fortaleza otorgados por Dios, podemos enfrentar estas imposiciones con la oración, sabiendo que nada puede anular el poder de Dios ni privarnos de la herencia que tenemos de sentir verdadero gozo y plenitud, y de recibir provisión espiritual.
A medida que aceptamos sin reservas la verdad de que Dios nos ha creado a cada uno de nosotros como la expresión de Su ser, se produce la curación mental o física. No obstante, adoptar solamente un punto de vista positivo de la vida, no es la clave para la curación permanente. En esencia, tal actitud refleja la presunción equivocada de que podemos emplear cierto supuesto poder de la “mente sobre la materia”, pero ésta no es la Ciencia del Cristo, la ley de Dios que Jesús demostró. Ni la mente humana ni la materia pueden ser el origen de la curación espiritual, porque ninguna tiene poder real. Dios sana a través de la actividad del Cristo. En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy nos da la explicación del Cristo: “La divina manifestación de Dios, la cual viene a la carne para destruir al error encarnado”.Ciencia y Salud, pág. 583. Despertar a la eterna presencia del Cristo nos capacita para reconocer y aplicar las leyes de Dios de la armonía y la salud.
Durante la época de Navidad, tuve la oportunidad de probar esto. Parecía que había tanto que hacer por los demás en el trabajo, por la familia y por los amigos. Agobiado casi hasta el punto de la depresión acerca de todo lo que tenía que hacer en tan poco tiempo, comencé a tener todos los síntomas de un fuerte resfriado. Reconocí que la raíz de esto era mental, un estado físico que podía ser corregido a través de la actividad del Cristo. Había aceptado la tensión que produce la preparación de las fiestas, en vez de reclamar el gozo de la Navidad que por derecho me pertenecía.
Con la renovada determinación de reconocer y celebrar la esencia verdadera de la Navidad, seguí adelante con mis responsabilidades.
Pensé: “¿Qué cosa más importante podía estar haciendo que cambiar el sentido material del ser por el espiritual, y expresar amor disinteresado por los demás?” En vez de pensar una y otra vez acerca de las condiciones físicas y cargas deprimentes, traté de hallar una perspectiva más espiritual de mi actividad, una que incorporara cualidades cristianas tales como bondad, generosidad, aprecio y afecto. Recurriendo a Dios en vez de a la materia como la fuente de mi energía y bienestar, atesoré la eterna presencia del poder de Cristo.
A medida que continuaba con mis tareas esa tarde, me di cuenta de que había sanado del problema físico. Había experimentado lo que la Sra. Eddy describe en Ciencia y Salud: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja. Si estáis sufriendo a causa de una creencia en la enfermedad, os encontraréis bien repentinamente. El pesar se convierte en gozo cuando el cuerpo está gobernado por la Vida, por la Verdad y por el Amor espirituales”.Ibid., pág. 14.
En cierta medida había aprendido y probado porqué uno no debe sentirse deprimido ante la celebración de la Navidad. Podemos reconocer en todo momento la evidencia del verdadero gozo en nuestra vida, y esta época es una oportunidad para manifestarlo. ¿Quién puede sentirse sin alegría, una vez que reconoce que Dios está siempre presente?
