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Mary Baker Eddy: toda una vida de curacón

Esta serie de artículos trata sobre las curaciones realizadas por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Estas curaciones empiezan en su niñez y continúan a través de toda su vida; algunas de ellas se publican aquí por primera vez.

La pionera sola: una misión revelada (1866–1868)

Del número de diciembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Comienzos De febrero de 1866, Mary Baker Eddy, que en ese entonces era la señora de Daniel Patterson, se había caído en las calles cubiertas de hielo de Lynn, estado de Massachusetts. Su repentina recuperación de ese accidente casi fatal, la guió al descubrimiento de la Ciencia Cristiana, la cual consideró como una revelación de Dios.

Pocos meses después de su curación, Daniel se fue con otra mujer, a quien atendía como dentista. El marido de la mujer los persiguió y llevó a su mujer de vuelta a su casa. Algunos días después, esta mujer, pálida y demacrada, fue en busca de Mary. La Sra. Eddy le contó este episodio a Irving Tomlinson años más tarde, dijo que le preguntó a la mujer:

¿Por qué... ha venido a verme? Usted, que me ha quitado a mi buen marido y arruinado la felicidad de mi hogar. Usted, que se ha deshonrado y ha deshonrado a su familia... Ella respondió: “Vine por lo que su marido me ha dicho de usted. Sabía que usted tenía que ser una mujer buena y sentí que me ayudaría”.

La arrepentida mujer le explicó que su marido la había encerrado en una habitación, que la tenía a pan y agua y que temía que planeara matarla. Se había escapado con la ayuda de sus sirvientes para rogarle a la Sra. Patterson que le implorara a su marido que la perdonara. Mary fue a hablar con el hombre. Como estaba en viaje de negocios ese día no lo encontró y le dejó una carta. Esa noche él vino a ver a la Sra. Patterson y le preguntó si ella podía realmente perdonar a su propio marido y a la esposa de él:

Yo le respondí, los perdono a los dos y le pido a usted que los perdone. Luego se fue y sentí mucha compasión por él. No sé pero oré a Dios por ese marido y su hogar. Tiempo después me enteré de que su esposa había vuelto a ocupar su lugar en la mesa, porque el cruelmente ofendido marido la había perdonado y su hogar recuperó la felicidad. Apuntes de Irving C. Tomlinson, Departamento de Historia de La Iglesia Madre.

No puede decirse lo mismo del hogar de Mary. Si bien aceptó a Daniel cuando volvió, él la abandonó nuevamente a los pocos meses. Cuando intentó regresar una vez más, ella no se lo permitió.

Con él se fue el poco dinero con el que contaba Mary. Aunque no le quedaba otra alternativa en esos momentos, el vivir de la benevolencia de sus amigos era muy difícil para Mary Patterson. Se había criado creyendo que “ 'La caridad más noble consiste en evitar que un hombre acepte caridad' ”. Mary Baker Eddy, Esc. Misc., pág. ix. Sólo en 1866, se mudó diez veces.

El seguir fielmente el lucero de la curación cristiana pone demandas excepcionales en quienes desean caminar por el camino que señala el Cristo, quienes van a alcanzar una comprensión práctica de la curación divina. Mary, sin embargo, había aprendido del evangelio que “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Lucas 9:62. Abigail, su hermana mayor, le escribió ofreciéndole darle una casa y dinero, pero agregó: “Sólo una cosa te pido, Mary, y es que abandones esas ideas en las que últimamente te has estado ocupando, que concurras a nuestra iglesia y que dejes de lado tu teoría de la curación divina”. En otra oportunidad se le había dicho a Mary que debía abandonar lo que más atesoraba, su propio hijo. En esa ocasión no había tenido ni las fuerzas ni la comprensión para resistirse. Esta vez, con la revelación divina firme en su pensamiento, imperturbablemente aferrada al bebé de la curación cristiana, respondió: “Debo realizar la obra que Dios me ha llamado a realizar”. Sibyl Wilbur, The Life of Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1976), pág. 134. No solo se sentía divinamente impulsada a alcanzar una comprensión demostrable de lo que le había sido revelado, sino que también le era imperioso impartir esta comprensión a otros.

Durante la mayor parte de su vida adulta, Mary había estado tratando de comprender la manera de sanar las dolencias físicas, no se conformaba con una mejoría, sino con una curación completa. De su estudio de la homeopatía y de los métodos que usaba Phineas Quimby para sanar por medio de la mente humana, ella se había convencido al principio de que todas las dolencias tienen una naturaleza mental y que su tratamiento se basa exclusivamente en la mente humana. Ahora se le había demostrado que la Mente que se necesita para tratar la enfermedad debe ser la Mente divina, Dios y no otra. Y lo que hacía la curación divina superior a todos los otros métodos era que no solo sanaba la enfermedad, sino que inevitablemente también hacía del paciente una mejor persona moralmente.

No fue fácil para amigos y conocidos vivir con la Sra. Patterson por cierto tiempo. Aunque les agradaba la dulzura de su obra sanadora, digerir las ideas revolucionarias que ella se afanaba por compartir con ellos les resultaba difícil. Ella misma estaba luchando con la pregunta “¿cómo pueden los pecaminosos mortales probar que un Principio divino sana a los enfermos, además de gobernar el universo, el tiempo, el espacio, la inmortalidad y al hombre?” Escritos Misceláneos, pág. 380. Para dar respuesta a este interrogante, ella pasó la mayor parte de su tiempo desde el verano de 1866 hasta el invierno de los años 1869–1870, enfrascada en el estudio de la Biblia y escribiendo, desde la perspectiva de la revelación, lo que estaba aprendiendo.

Mary escribió después:

... me parecía que serían necesarios siglos de desarrollo espiritual para que yo pudiera elucidar o demostrar aquello que había descubierto; pero un llamado inesperado e imperativo solicitando ayuda me impulsó a comenzar de inmediato esta estupenda obra, y a enseñar al primer alumno en la Ciencia Cristiana.Ibid.

El “llamado... solicitando ayuda” le vino en la forma de un niño al que se le había inflamado un dedo infestado. Sibyl Wilbur, en The Life of Mary Baker Eddy (La vida de Mary Baker Eddy), describe en detalle la curación que tuvo Dorr Phillips de la noche a la mañana (págs. 140–141). Cuando la Sra. Patterson se ofreció para sanar el dedo le hizo prometer antes de tomar el caso que “no haría nada por el dedo ni permitiría a nadie más que lo hiciera...” Una confianza radical, inamovible en la buena voluntad de Dios para sanar era la norma que había adoptado. Sería la única norma para la curación cristiana que ella enseñaría a los demás.

Años después, la Sra. Eddy le contó a sus alumnos que, “durante los primeros cuatro años [después del descubrimiento de la Ciencia Cristiana] mi labor sanadora no fue reconocida aunque sanaba constantemente”. Reminiscencias de Abigail Dyer Thompson, Historia de la Iglesia. Existe, sin embargo, un registro de algunas de las curaciones que ella llevó a cabo durante los meses del verano y otoño de 1866: el niño de siete años George Norton, que tenía pies deformes y jamás había podido caminar; Véase Robert Peel, Mary Baker Eddy: The Years of Discovery (Boston: The Christian Science Publishing Society, publicado originalmente por Holt, Rinehart y Winston, 1966), pág. 201. la madre de Dorr Phillips, Hannah, que se había dislocado la cadera; Documento de la Historia de la Iglesia: A11070. un joven que deliraba de fiebre; Wilbur, págs. 142–143. y James Wheeler quien, como Dorr, había estado sufriendo a causa de un panadizo. La Sra. Eddy escribió sobre la curación de James Wheeler años después: “El día en que su doctor, un médico, había propuesto amputarle el dedo le pedí permiso para darle un tratamiento y él aceptó. Con un tratamiento mental sanó el dedo ...” Documento de la Historia de la Iglesia: A10224. Ella compartió detalles sobre esta curación con Irving Tomlinson:

(El Sr. Wheeler) tenía ideas antagónicas a la Ciencia, pero su esposa estaba de acuerdo... Ella ya me había hecho saber de su agonía y me había pedido que lo ayudara. El se había puesto el sombrero y esperaba su carruaje para ir a consultar al cirujano. Le dije: “¿Me permite permanecer aquí unos minutos antes de salir...?” Me respondió: “Si va a ser breve, sí”. Estuve orando durante aproximadamente cinco minutos, cuando dijo: “El dedo no me molesta ni me duele para nada”... a la media hora, después de masajearse el dedo dijo: “No me duele ni un poquito”, salió, subió a su carruaje y se ocupó de sus asuntos sin que el dedo le molestara más. Apuntes de Tomlinson, Historia de la Iglesia.

En el otoño de ese año, la Sra. Patterson conoció a Hiram Crafts y a su esposa en Lynn. En Hiram encontró su primer alumno. Se mudó a East Stoughton para enseñarle. Si bien tenía los apuntes que había tomado años antes durante sus conversaciones con el Dr. Quimby, no los usó para enseñarle a él sino que recurrió a la Biblia. Para enseñar a Hiram escribió una explicación de los capítulos 14 al 17 del Evangelio según Mateo. Por ejemplo, de Mateo 15:2, donde los fariseos le preguntan a Jesús por qué sus discípulos no cumplen con la tradición al comer sin antes lavarse las manos, ella comentó:

El Error pregunta porqué la Verdad ha abandonado las tradiciones de los ancianos, al no tomar forma material para sanar al enfermo.

Escribió en sus apuntes sobre Mateo 15:24 donde Jesús les dice a sus discípulos que él es enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel:

Entonces la Verdad contestó: “La sabiduría me ha enviado para salvar aquellas ideas que se han descarriado tanto que se han perdido en el error, es a ellas que la ciencia ha venido a salvar”. Documento de la Historia de la Iglesia: A10062b.

Ya en 1867, Mary Baker Eddy empezó a trabajar en lo que se desarrollaría como un libro para la clase, que más adelante fue incorporado a la tercera edición de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras como el capítulo “Recapitulación”.

Cuando vivía en East Stoughton, la Sra. Patterson sanó a James Ingham de tuberculosis. Su testimonio apareció en la primera edición de Ciencia y Salud (pág. 338). El termina su declaración con estas palabras:

Mi experiencia personal me lleva a creer en la ciencia por la que ella no solamente sana a los enfermos sino que explica la forma de mantenerse bien,...sus curaciones no son el resultado de la medicina, la intervención de un médium ni usa el mesmerismo, sino que resultan de la aplicación de un Principio que ella entiende.

En la primavera de 1867, los Crafts y la Sra. Patterson se mudaron a Taunton. Allí, Hiram anunció sus servicios como sanador. Años después escribió sobre las enseñanzas de la Sra. Eddy:

La Sra. Eddy nunca me enseñó que frotara la cabeza, ni el cuerpo ni que manipulara de ninguna forma. Pero cuando yo era espiritista, solía usar agua para frotar la cabeza, las extremidades y el cuerpo. Por eso, algunas veces cuando estaba estudiando con ella trataba estos métodos, pero no le decía nada a ella al respecto...

No usamos nada que no fuera el Nuevo Testamento, ella no tenía manuscritos de ningún tipo hasta después de haber estado estudiando con ella seis meses. Documento de la Historia de la Iglesia: 23 de febrero de 1902.

Aunque Hiram abandonó posteriormente su creencia en el espiritismo, su esposa no lo hizo. A la Sra. Crafts le empezó a disgustar la maestra de su marido, y Mary vio la sabiduría de continuar en otro lugar. Pero antes de marcharse definitivamente, Mary hizo un viaje a Sanbornton Bridge, New Hampshire. Durante su estadía sanó a su sobrina, Ellen Pilsbury, que se estaba muriendo de enteritis y había sido desahuciada por el médico de la familia. Peel, Discovery, págs. 215–216. No obstante, ni la visita de Mary, ni esta curación ayudaron a acallar la oposición familiar a su “ciencia”.

Sibyl Wilbur relata esta oposición que se produce dentro de la familia comparándola con la oposición que enfrentó Jesús “cuando fue a Nazaret. Preguntaban: '¿No es éste el hijo del carpintero?' y '¿No están todas sus hermanas con nosotros?' ” La Sra. Eddy se sintió conmovida por esta referencia y le dijo a Irving Tomlinson: “Sí, fue así”. Wilbur, pág. 165; Apuntes de Tomlinson, Historia de la Iglesia. En efecto esta visita puso punto final a las relaciones de Mary con sus hermanas. Un hermano, también, rehusó aceptar su ayuda y pronto falleció. Ella regresó a Taunton por poco tiempo, y luego encontró un hogar con Mary Webster en Amesbury. Aquí, conoció a su segundo alumno, el joven de diecinueve años Richard Kennedy.

Cuando vivía en casa de Mary Webster, la Sra. Patterson empezó a trabajar en una explicación del libro del Génesis versículo por versículo. En sus comentarios de introducción a esta obra, habla de la “ciencia” que ha descubierto: “... nosotros... hallamos la bendita declaración de esta ciencia contenida en la Biblia y su demostración completa al echar fuera el error y sanar enfermos”. Documento de la Historia de la Iglesia: A09000. Cuando escribió esto al principio puso “sanar enfermos” antes de “echar fuera el error: y luego cambió el orden. El tercer versículo del Salmo ciento tres confirmaba este orden. Ella había sido sanada de una enfermedad en su niñez cuando su hermano Albert le leyó el Salmo en voz alta “[Jehová] es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias”. Anotación de puño y letra de la Sra. Eddy: El Libro de los Salmos (New York: American Bible Society, 1879), Mary Baker Eddy Bible collection, AA16, Historia de la Iglesia. Mary sabía que su “ciencia” podía sanar enfermos sólo si echaba fuera el error en el pensamiento tanto del médico como del paciente. Y sabía que recurrir a Dios en oración era la única manera de lograrlo.

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