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¡Defiéndase!

Del número de abril de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Qué Gran Beneficio tendríamos si pudiéramos mantener nuestro pensamiento en contacto constante con Dios! Una consciencia en armonía con Dios experimentaría verdadera paz, relaciones más sólidas y mejor salud. En realidad, la bendición de tener conciencia de Dios, o consciencia espiritual, está a nuestro alcance. Pero necesitamos saber cómo buscarla y dónde hallarla. Buscar la consciencia espiritual significa dejar de mirar al hombre como un cuerpo físico con un cerebro material. Hallar la consciencia espiritual implica adherirse radicalmente a la percepción basada en la Biblia de que el hombre es la imagen y semejanza de Dios. Significa comprender que el hombre es una idea espiritual, el reflejo de Dios, la Mente divina, y que en realidad no tiene otra mente o consciencia sino la Mente que él refleja de Dios. La unidad del hombre con esta Mente no es un estado o una condición que aparecerá en el futuro. Tampoco depende de circunstancias humanas. Es un hecho espiritual ahora, para ser comprendido y demostrado. Una promesa bíblica nos enseña cómo probar este hecho espiritual. Dice: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros”. Sant. 4:8.

¿Cuál es nuestra parte en este proceso? ¿Qué podemos hacer nosotros para “acercarnos a Dios”? Podemos dirigir nuestros pensamientos a Él sin reservas de ninguna clase, comprendiendo que Dios está presente con nosotros ahora. Podemos dejar que nuestras aflicciones sean eliminadas por la inmensidad de Su amor por nosotros. Y podemos negar la creencia falsa de que alguna vez hemos estado o podemos llegar a estar separados de El. ¿Acaso parece imposible lograr esto?

No a la luz de la fascinante declaración de Cristo Jesús: “El reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21. ¿No implican estas palabras que es natural tener pensamientos divinos? ¿Que la consciencia espiritual es lo que Dios ha designado para nosotros? Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, afirma que tenemos el derecho de pensar espiritualmente. He aquí lo que ella dice en su libro Pulpit and Press: “Sabed, pues, que vosotros tenéis poder soberano para pensar y actuar correctamente, y que nada puede despojaros de esta herencia e infringir el Amor”.Pulpit and Press, pág. 3.

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