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El mejor lugar para esconderse

Del número de abril de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Has jugado alguna vez a las escondidas? ¿En qué lugares acostumbras esconderte? ¿Detrás de unos arbustos? ¿Bajo una carretilla dada vuelta? Seguramente en tu casa hay un armario dentro del cual puedes meterte, o una cama grande bajo la cual puedes deslizarte para que nadie te pueda ver. Lo más importante de este juego es saber que estás bien escondido. Si encuentras un lugar secreto, sabes que estás a salvo.

A Esteban le encantaba jugar a las escondidas con sus hermanos mayores. Como él era más chico y más pequeño que ellos, podía meterse en lugares donde a ellos ni se les ocurría buscar. Podía esconderse hasta que sentía que era seguro empezar a correr hacia la base y sorprenderlos a todos.

En la Escuela Dominical, Esteban también aprendió acerca de un lugar diferente donde esconderse. En su clase de la Escuela Dominical la maestra les contó que la Biblia, en el libro de Salmos, habla de un lugar especial para esconderse. El Salmo 91 nos dice: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”. Salmo 91:1.

La clase aprendió que el amor que Dios tiene por el hombre es un “lugar secreto”, un “abrigo”, oculto del error o el mal de cualquier clase; y estar “bajo la sombra” significa estar bajo el cuidado de Dios, como el pájaro que da refugio a sus pichones bajo sus alas, y los cuida. Cuando moras en un lugar, te quedas allí mismo. Durante la clase conversaron acerca de permanecer en el lugar secreto de Dios, siempre a salvo y protegidos en Su amor. Dondequiera que tú vayas, siempre puedes estar en Su lugar secreto, escuchando Su guía sabia y amorosa, porque Dios está en todas partes, y tú y Él son inseparables.

“Si tienen un pensamiento errado o pecaminoso — como por ejemplo ‘tengo miedo’, ‘me siento mal’ o ‘soy infeliz’— ustedes pueden saber que están a salvo, en el lugar secreto de Dios, y que nada malo puede tocarlos”, les dijo la maestra. A Esteban le gustaba pensar en el “lugar secreto”, en el amor de Dios, el cual está en todas partes. ¡El amor de Dios siempre estaba con él, cuidándolo!

Esteban aprendió que otro nombre para Dios es bien. Todo lo que les ocurre a los hijos de Dios es bueno. Dios no conoce nada sino lo bueno. Sólo el bien tiene cabida en el lugar secreto de Dios.

Las palabras de uno de los himnos favoritos de Esteban en el Himnario de la Ciencia Cristiana son de Mary Baker Eddy. La cuarta estrofa dice:

“Bajo Sus alas de poder estoy
y en lo secreto de Su senda voy;
busco y encuentro; y ésta es mi canción:
‘Contigo estoy’ en guardia y oración”.Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 207.

Este himno le hacía sentirse a salvo y amado.

Un día la madre de Esteban le contó que la familia iba a hacer un viaje. ¡Viajarían en ferry, y hasta verían el océano! Se entusiasmó mucho con la noticia.

El día antes de la partida, Esteban se quedó en la casa de su primo. Comenzaron a perseguirse uno al otro. Esteban corría tan rápido que no vio el borde del piano, y chocó justo contra él, lastimándose un ojo. Su tía lo consoló. Le dijo que en ese mismo momento él era el hijo de Dios, y que nada malo podía pasarle a un hijo de Dios.

Camino a su casa, su madre le explicó que él no podía estar lastimado porque no podía ser excluido del cuidado de Dios. El tierno y amoroso cuidado de Dios siempre lo rodeaba. Dios, el bien, no sabía nada sobre accidentes. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía”.Ciencia y Salud, pág. 424.

Cuando el hermano de Esteban lo vio, le dijo: “Yo no voy a viajar con un niño que se vea así”.

Esteban no sabía cómo se veía. El sólo sabía que el amor de Dios estaba con él, y se lo dijo a su hermano y a su madre: “¡Estoy en el ‘lugar secreto‘, y el error no puede encontrarme!”

“¿De qué está hablando?”, preguntó su hermano. La mamá respondió: “Esteban nos está diciendo que él está al abrigo del amor de Dios, donde el error no puede tocar a nadie”.

Por la noche, cuando arropó a Esteban en la cama, su madre le dijo que estaba muy feliz de que él supiera que estaba a salvo porque estaba escondido con Dios. Le recordó que él estaba hecho a imagen y semejanza de Dios, y que era perfecto porque su Padre-Madre Dios es perfecto. Nada podía cambiar eso. En realidad nada lo había tocado nunca.

Esteban le respondió: “Ya lo sé”.

A la mañana siguiente ya había llegado la hora de irse de viaje. Cuando la mamá vio a Esteban, la hinchazón había desaparecido completamente. Su ojo se veía casi como el otro. Por la tarde, estaba completamente normal.

Esteban se sintió muy feliz de saber que nunca había estado fuera del lugar secreto de Dios. El amor de Dios estaba con él en su casa, en el auto y durante el viaje. ¡Inclusive estaba en casa de su primo! Esteban sabía que no podía haber un mejor lugar que la presencia protectora del amor de Dios.

Nota de la madre: Cuando mi hijo más pequeño dijo que él estaba “en el lugar secreto” y que el error no podía encontrarlo, toda mi preocupación por él desapareció. “Si él sabe eso”, pensé, “¿cómo puedo yo reconocer algo distinto?” Percibí claramente que Dios lo estaba cuidando. A la mañana siguiente, ya podía abrir el ojo hinchado, y el moretón había desaparecido casi completamente.

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