La Protección Que Dios brinda a Su creación es tan completa y segura que nuestra confianza en Él nos protege aun cuando pensamos que no necesitamos protección. Ha habido muchas ocasiones en mi vida cuando yo no me daba cuenta en lo más mínimo de que estaba en peligro. Sin embargo, al recordar alguna experiencia así, pude observar muy claramente que yo había estado bajo la protección de Dios todo el tiempo. Me gustan mucho las palabras de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana que nos asegura del cuidado constante de Dios. El himno afirma: “Con Tu mano Tú me salvas si en peligro llego a estar”.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 115.
La Biblia nos da pruebas notables de la protección de Dios. Y nos muestra que Dios está siempre con nosotros, vigilando, guiando, protegiendo y dirigiéndonos hacia caminos de rectitud. Todos podemos contemplar las pruebas diarias del cuidado de Dios, es decir, que estamos bajo su protección, aun en momentos cuando pudiéramos no haber sabido que necesitábamos de Su cuidado.
Mi esposo y yo tuvimos dicha prueba de la inseparabilidad del hombre con Dios hace poco tiempo. En esa mañana en particular teníamos asuntos y trámites que atender en el centro de la ciudad. Antes de salir de casa, ambos habíamos orado, y estudiado pasajes de la Biblia y de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras como normalmente hacemos. Más tarde esa mañana estaríamos muy agradecidos por el tiempo que habíamos pasado aprendiendo más acerca de Dios y de la relación del hombre con Él.
Me sentía muy cerca de Dios cuando salimos para ir a la ciudad. Nuestra primera parada fue en el banco. Estuvimos tratando nuestros asuntos sentados ante un gran escritorio con nuestras espaldas hacia las ventanillas de los cajeros. La empleada del banco que había estado atendiéndonos, de repente se disculpó diciendo que regresaría pronto. Cuando regresó dijo: “No hay necesidad de que se asusten, y no queremos que se pongan nerviosos. Él ya se fue ahora, pero nos acaban de asaltar”. Mi esposo y yo no nos habíamos enterado del asalto hasta que había terminado todo. Mientras nos contaban lo que había pasado, yo oré para comprender la verdad de que Dios nunca hizo a un hombre deshonesto. El siguiente pensamiento que tuve fue de gratitud porque nadie había sido lastimado. Sentimos que todos habíamos sido protegidos, los empleados y todos los involucrados habíamos estado seguros.
Más tarde, el ladrón fue aprehendido y entregado a la justicia. Podríamos decir que Dios había de hecho enviado un ángel no sólo ante nosotros, para cuidarnos en el camino, sino también para proteger a cada uno de los involucrados. Más tarde, cuando pensaba acerca de lo que había ocurrido, recordé la declaración en Ciencia y Salud donde la Sra. Eddy dice: “Dios es simultáneamente el centro y la circunferencia del ser”.Ciencia y Salud, págs. 203–204. En otra parte de Ciencia y Salud ella se refiere a la “gran realidad acerca del ser”, asegurándonos que: “La transmisión de la enfermedad o de ciertas idiosincrasias de la mente mortal sería imposible si se comprendiera esta gran realidad acerca del ser, a saber, que nada inarmónico puede entrar en la existencia, porque la Vida es Dios”.Ibid., pág. 228. Qué confirmación tan hermosa de que estuvimos entonces, como siempre estamos, bajo la protección de Dios.
Cuando comenzamos cualesquiera de nuestras actividades diarias, es muy reconfortante saber que el Cristo ha ido delante de nosotros.
Cuando comenzamos cualesquiera de nuestras actividades diarias, es muy reconfortante saber que el Cristo ha ido delante de nosotros. Afirmando este hecho, reivindicamos la protección de Dios, no sólo para nosotros mismos, sino para todos.
Cristo Jesús sabía que siempre estaba protegido de todo mal al recurrir a su Padre celestial y ceder obedientemente a su unidad con Él. En el Evangelio según Mateo dice: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?“ Mateo 26:53.
También nosotros podemos reivindicar siempre nuestra inseparabilidad con Dios, poniéndonos de este modo bajo Su protección.
Mi esposo y yo estamos cada día más agradecidos por la Ciencia Cristiana y sus enseñanzas, y por la certeza de que siempre estamos bajo la protección de Dios.
Porque has puesto a Jehová,
que es mi esperanza,
Al altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles
mandará acerca de ti,
que te guarden en todos tus caminos.
Salmo 91:9, 10,11
