En 1986 Tuve una curación por la cual estoy profunda y especialmente agradecido. Durante los dos últimos días había estado sufriendo de un intenso dolor en los riñones, que me impedía comer, beber, dormir y aun orar. Ya que esta situación no cedía con mi oración, fui a un médico para que me diera algo para aliviar el dolor.
Sus exámenes mostraron una posible parálisis de los riñones o una probable obstrucción causada por cálculos renales. El consejo médico fue que debía ingresar inmediatamente a un hospital.
Yo me negué y regresé a mi casa. La medicación que me prescribió no fue de ninguna ayuda. Aparte de mis oraciones, solicité a un practicista de la Ciencia Cristiana que orara por mí lo cual hizo, con diligencia y perseverancia. Pude dormir unas pocas horas y me levanté sintiéndome más esperanzado. También sentí que la demostración debía ser mía, así que dediqué todo el día a leer y estudiar la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.
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