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Dios no quiere que dejemos de vivir

Escrito para el Heraldo

Del número de mayo de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Mi Vida he podido comprobar lo que dice Ciencia y Salud: “Aquel a quien el 'brazo del Señor’ se ha revelado creerá a nuestro anuncio y, regenerado, se elevará a vida nueva”.Ciencia y Salud, pág. 24.

Conocí la Christian Science en momentos en que ya no quería vivir más, y me dirigía a Dios pidiéndole que me diera luz, una ayuda que me permitiera ver, pues de lo contrario moriría.

Debido a que siempre estaba buscando respuestas en la materia, vivía por ella y para ella con sus falsos placeres, como el alcohol, las drogas, con todo el desorden que esto conlleva. Para agravar aún más las cosas, pensaba que Dios era un ser que estaba muy lejos, y que nos había enviado a la tierra para que aprendiéramos a través del sufrimiento. Esta ignorancia acerca de Dios, me llevó a caer al abismo, no sin antes rodar varios metros antes de tocar fondo.

Con la perspectiva de obtener una beca para estudiar en el exterior y por la necesidad de aprender otro idioma, me inscribí en un instituto. Allí por intermedio de una compañera de clase que era Científica Cristiana, conocí el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.

Su lectura fue para mí el mayor consuelo y alegría que podía recibir. Comencé a asistir a los servicios religiosos y a estudiar la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Christian Science.

Meses más tarde pude viajar al exterior para realizar mis estudios, pues había salido favorecida en el concurso de la beca, que cubría totalmente los costos del viaje y todos los gastos durante mi permanencia.

Si bien ya antes de conocer la Christian Science* había abandonado por completo las drogas, no ocurría así con el alcohol y los placeres sensuales. Estaba viviendo por segunda vez en unión libre, cuando recibí la hermosa noticia de que había sido aceptada para tomar Instrucción en Clase Primaria con una maestra de la Christian Science en otro país. Hacía mucho tiempo que deseaba dar este paso, pero tuve que superar varias dificultades antes de poder lograr este deseo; finalmente viajé a ese país.

Este fue el segundo regalo más precioso que recibí en mi vida. Fue un continuo conocer y despertar a verdades que jamás había contemplado. Tuve la oportunidad de hablar con la maestra a solas acerca de varias inquietudes que tenía y con las que ella me ayudó.

Cuando regresé a casa mi forma de ver la vida había comenzado a cambiar, y para gran sorpresa mía mi compañero empezó a tener actitudes bastante agresivas. Todo estaba saliendo a la superficie.

Yo seguía estudiando y aferrándome fuertemente a Dios como cuando uno se aferra al timón de un barco en plena tormenta, pero sentía que aún había cierta resistencia a cambiar, y como era de esperarse, cuando uno lucha humanamente en contra de la corriente, comienza a naufragar. Entré en un estado de depresión tal, que por dos días estuve en cama sin querer ver la luz y sin probar alimento alguno.

En ese estado me decidí a orar, a pedir dirección a Dios, y poco a poco comencé a sentir una gran alegría y supe que era el momento de terminar la relación y regresar a mi país natal. Esa alegría era tan fuerte que aún hoy puedo sentir la presencia y el amor de Dios, que me conmueve profundamente.

La situación cambió y se hizo cierto lo que dice Ciencia y Salud: “La circunstancia misma que tu sentido sufriente considera enojosa y aflictiva, puede convertirla el Amor en un ángel que hospedas sin saberlo. Entonces susurra suavemente el pensamiento: ¡Ven acá! Levántate de tu consciencia falsa al concepto verdadero del Amor y mira la esposa del Cordero —el Amor desposado con su propia idea espiritual”. Ibid., pág. 574.

Ahora en mi país de origen he tenido la oportunidad de colaborar en la organización de una nueva filial de la Christian Science.

Gracias al estudio de esta Ciencia he llegado a ver, en forma progresiva, que Dios es mi Vida, mi fuente inagotable, y que la espiritualidad renueva y transforma. He comprendido que nunca he estado alejada de Dios, pues aunque en un principio no lo sabía, Él siempre ha estado conmigo, y en esos momentos más terribles me llevaba en sus brazos.

También he comprendido que mi ser espiritual nunca fue tocado, y ha permanecido siempre intacto. El Cristo me ha resucitado, ha quitado de mí las ligaduras y me ha llevado a ver mi identidad espiritual y armoniosa a la semejanza de Dios. Ahora tengo un concepto más elevado de Dios, mi Padre-Madre del todo armonioso. He ido cambiando el concepto acerca de los demás; he llegado a comprender que todos despertaremos a la Verdad y que es necesario ser bondadosos y misericordiosos, pues en cierta medida todos estamos en camino de conocer más a Dios.

El estudio de la Christian Science me ha cautivado, he florecido y me ha hecho sentir un inmenso amor. Ahora entiendo más las palabras de Pablo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17.

Hoy tengo otro hermoso regalo, la bendición de trabajar activamente en el grupo de estudiantes de la Christian Science al que pertenezco. Cada día siento que me reconcilio más con mi Padre celestial y que comprendo en mayor medida mi verdadera identidad.

*Significa Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens.

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