Cada Vez Que me despierta el sonido de mi pequeño hijo corriendo por el pasillo hasta nuestra habitación, agradezco en silencio a Dios por haber traído esta preciosa criatura a nuestra experiencia. Cuando mi esposo y yo decidimos adoptar un niño, nos sentimos muy pronto desalentados por las experiencias de amigos y por las noticias en los diferentes medios de comunicación. Nos dijeron que nos llevaría varios años adoptar a un niño; que sería muy costoso, que ibamos a tener muchas frustraciones, y que, debido a la edad que teníamos, nos sería difícil adoptar un bebé.
Había otras dudas a nivel personal. ¿Tendría yo suficiente tiempo y energías para criar a un niño, trabajar tiempo completo, y cuidar de mi madre, que dependía de mí? Le comenté de mis ansiedades a una querida amiga que es practicista de la Christian Science. Ella me sugirió que hiciera una lista de mis temores y contradijera cada uno con la verdad. Me recordó que, como dice Mary Baker Eddy: “Los temores falsos son enemigos, que la verdad convierte en harapos, cuando comprendidos son” (Christian Science Hymnal No. 160); y que cada idea de Dios ya viene con su provisión. Ella aceptó con gusto orar por mí.
La Lección Bíblica de esa semana pareció escrita para mí. Muchas de las citas reprendieron mis temores. La Biblia dice respecto a la energía: “...los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas... correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isa. 40:31).
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