Cada Vez Que me despierta el sonido de mi pequeño hijo corriendo por el pasillo hasta nuestra habitación, agradezco en silencio a Dios por haber traído esta preciosa criatura a nuestra experiencia. Cuando mi esposo y yo decidimos adoptar un niño, nos sentimos muy pronto desalentados por las experiencias de amigos y por las noticias en los diferentes medios de comunicación. Nos dijeron que nos llevaría varios años adoptar a un niño; que sería muy costoso, que ibamos a tener muchas frustraciones, y que, debido a la edad que teníamos, nos sería difícil adoptar un bebé.
Había otras dudas a nivel personal. ¿Tendría yo suficiente tiempo y energías para criar a un niño, trabajar tiempo completo, y cuidar de mi madre, que dependía de mí? Le comenté de mis ansiedades a una querida amiga que es practicista de la Christian Science. Ella me sugirió que hiciera una lista de mis temores y contradijera cada uno con la verdad. Me recordó que, como dice Mary Baker Eddy: “Los temores falsos son enemigos, que la verdad convierte en harapos, cuando comprendidos son” (Christian Science Hymnal No. 160); y que cada idea de Dios ya viene con su provisión. Ella aceptó con gusto orar por mí.
La Lección Bíblica de esa semana pareció escrita para mí. Muchas de las citas reprendieron mis temores. La Biblia dice respecto a la energía: “...los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas... correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isa. 40:31).
Una idea de Ciencia y Salud — ”La Mente divina que creó al hombre, mantiene Su propia imagen y semejanza”, (pág. 151)— me liberó del sofocante sentido de responsabilidad personal que sentía. Muy pronto me sentí en paz y lista para dar los pasos siguientes, confiada en que Dios nos estaba guiando.
En dos semanas nos pusieron en contacto con una joven que quería dar el niño que estaba esperando, en adopción. Muy pronto estuvo de acuerdo en que adoptáramos al bebé.
Mientras esperábamos que naciera, nos embargó el temor otra vez. Le pedí a la practicista que nos apoyara con su oración. Ella estaba llena de confianza, firmeza y “compasiva paciencia” con mis temores (véase Ciencia y Salud, pág. 367). Me recordó que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Rom.8:28). Mi pensamiento muy pronto se animó.
El niño nació dos semanas después. Cada aspecto del proceso de adopción fue armonioso. Desde el día que tomamos la decisión hasta el día que sostuvimos a nuestro hijo en brazos, transcurrieron solo cinco semanas. Los gastos fueron mínimos. El bebé era perfecto en todo sentido.
La practicista que nos ayudó estaba en lo cierto, cada idea de Dios viene con su propia provisión. Fuimos inundados de todo lo que necesitábamos, e incluso un amigo generoso estableció un fondo para pagar los gastos de universidad. El segundo nombre de nuestro hijo es Mateo, que en hebreo quiere decir “regalo de Dios”. Es una alegría tenerlo y es la respuesta a nuestra oración de tener una expresión más completa de familia. Cuando me siento tentada a dudar de la presencia de Dios, reflexiono sobre esta prueba de Su abundante provisión para todos Sus hijos, y me tranquilizo.
Estoy humildemente agradecida por esta demostración y por innumerables otras, entre ellas una curación de neumonía, protección de las enfermedades de la niñez, la curación de leucemia felina que tuvo nuestro gato, y la protección que mi esposo y yo tuvimos en dos recientes accidentes de automóvil.
Los Angeles, California
EUA
Cantad a Dios,
cantad salmos
a su nombre;
exaltad al que cabalga
sobre los cielos
...alegraos delante de él.
Padre de huérfanos
y defensor de viudas
es Dios en su
santa morada.
Dios hace habitar
en familia
a los desamparados;
saca a los cautivos
a prosperidad.
Salmo 68:4–6