Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Cómo me liberé del alcohol

Del número de octubre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Yo No bebía mucho cuando conocí el libro Ciencia y Salud. Aun así, ¡cuánta libertad me trajo! Casí todo lo que leí confirmó lo que presentía era verdad respecto a Dios, pero nunca había comprendido. Yo decía para mis adentros: “¡Sí! Dios tiene que ser Verdad y Amor, Todo, y debe estar por encima de todo”. Vi que no podía haber sitio para nada más, si el Espíritu llenaba todo el tiempo y todo el espacio.

Luego, quise poner en práctica lo que estaba leyendo. En lugar de tener un Dios totalmente teórico, yo quería sentir Su ayuda todo el tiempo. Confié en esta promesa que afirma que las leyes de Dios son prácticas y demostrables: “Más allá de las frágiles premisas de las creencias humanas, fuera del dominio cada vez más débil de los credos, está la demostración de la curación cristiana por la Mente, una Ciencia revelada y práctica. Impera a través de todos los siglos como la revelación de la Verdad, la Vida y el Amor, hecha por el Cristo y que permanece intacta para que toda la humanidad la comprenda y practique”.Ciencia y Salud, pág. 98.

Esta experiencia me enseñó que es necesario estar siempre alerta

Aunque me encantaba lo que estaba aprendiendo, no veía la necesidad de dejar de tomar bebidas alcohólicas. Cuando estaba con amigos que tomaban, yo también tomaba algo. Pero pronto este hábito fue en aumento, y empecé a consumir cada vez más alcohol. En esa época, no creía que fuera un problema, ya que no pensaba que pudiera interferir con la comprensión de mi relación con Dios.

Pero entonces, encontré esto en Ciencia y Salud: “El gusto depravado por bebidas alcohólicas, tabaco, té, café u opio se destruye sólo por el dominio de la Mente sobre el cuerpo”. Ibid., pág. 406. Me quedé horrorizada; la palabra “depravado” me impactó, ya que describía algo sumamente indeseable. Inmediatamente decidí no volver a tomar una gota de alcohol, y así lo hice; dejé de tomar sin ninguna dificultad. Y nunca he echado de menos el alcohol. Estaba empezando a vislumbrar mi verdadero yo, como la hija de Dios, el Espíritu, así que, simplemente me apoyé en el Espíritu, que sostiene toda la creación. Estas palabras de un himno fueron, y aún son, muy reconfortantes, porque expresan claramente que el Amor está siempre presente para proteger y consolar bajo toda circunstancia:

“Brazos del eterno Amor
Guardan a Su creación.
Dios te da Su protección
Y Su apoyo bienhechor”.Himnario de la Christian Science, N° 53.

Después de que dejé de tomar, fui invitada a una fiesta que un pariente daba en un salón de la universidad. Cuando Ilegué, vi una gran ponchera con lo que parecía un jugo de frutas rosado. Después de salir de mi clase de baile, me había ido apresuradamente a la fiesta, así que estaba muy sedienta, y bebí mucho.

Súbitamente, tuve una sensación horrible. No podía mantenerme erguida (ni siquiera estando sentada) y me sentía sumamente embotada, como nunca me había sentido. Estaba muy asustada, pero me quedé sentada, inmóvil, y oré a Dios pidiéndole ayuda. Varios hombres me preguntaron si estaba bien, y les contesté que sí. Yo les agradecía y seguía orando, confiando en la presencia y el cuidado de Dios.

Decidí ir a un lugar más tranquilo, así que fui al baño de damas, tratando de parecer tan normal como podía. De camino, afirmé estas líneas que había memorizado de Ciencia y Salud: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es Verdad inmortal; la materia es error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 468.

Una vez en el baño, continué afirmando una y otra vez: “Esto no es verdad, esto no es verdad. ¡Dios es mi Vida!” Comprendí que Dios, el bien, es el único creador y que Él no creó nada que me pudiera dañar o confundir, ni a mí ni a nadie. Me propuse permanecer donde estaba, si fuera necesario toda la noche, hasta que me sintiera sobria. Continué pensando que Dios es la única presencia y que Él estaba allí mismo donde yo estaba. También pensé en estas palabras de Ciencia y Salud: “Insistid con vehemencia en el gran hecho que abarca toda la cuestión, que Dios, el Espíritu, es todo, y que fuera de Él no hay otro. No hay enfermedad”. Ibid., pág. 421. Esto para mí también significaba que no podía haber malestar.

El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio. Proverbios 20:1

Como me había ausentado de la fiesta por algún tiempo, un hombre se acercó a la puerta para preguntarme cómo estaba; le dije que estaba bien, y se fue. Hice la prueba de levantar la cabeza, y para mi asombro, ¡ya no me daba vueltas! Teniendo presente que Dios era mi vida, y que era el único poder y la única presencia, me puse de pie, avancé unos pasos, y con gran alegría me di cuenta de que estaba totalmente sobria. Regresé a la fiesta, pero esta vez sólo tomé agua mineral, ¡y me aseguré de preguntar primero antes de beber!

Me llamó la atención que después de haber decidido no tomar alcohol o cualquier otro tipo de droga, haya tenido que enfrentar este problema. Esto me indicó la necesidad de estar más alerta, porque si hubiera averiguado si el ponche contenía alcohol antes de tomarlo, todo este incidente no habría ocurrido.

La Biblia dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". Lucas 12:32. Estas palabras alivian todo sufrimiento por errores cometidos en el pasado, una vez que éstos son eliminados.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.