Querer morir puede llegar a ser un deseo muy egoísta. Porque pierde de vista cuánto bien se puede hacer y cuánto se puede aprender mientras uno camina por esta tierra.
Querer vivir es querer seguir dando a los demás de lo que somos y de lo que atesoramos, aunque a veces haya que luchar para llevarlo a cabo. Porque lo que quisiera anteponerse a este deseo de vivir puede que presente frentes con diversos argumentos. Que sea normal el cese de nuestra salud, de nuestra lucidez, de nuestra actividad económica, de nuestra capacidad de amar, son algunos de estos argumentos. Todos ellos carentes de validez.
Por eso el Heraldo de este mes pone de relieve, no solo qué bueno es querer vivir, sino también cómo lo está haciendo mucha gente en varios frentes de la vida. Y cuánto éxito tienen todos cuando lo hacen encontrando en Dios la solución a sus problemas. Porque Dios disipa el egoísmo y restaura un sentido de vida de amplitud universal.
Este Heraldo también presenta relatos de curaciones por la Christian Science en su sección “Cuando sólo el Espíritu sana”. Y el énfasis está en el término “sólo”, porque las curaciones de una herida de bala, de lumbago, de una hemorragia y de la disolución de un nódulo de pecho, fueron realizadas recurriendo solamente a Dios.
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