Durante las vacaciones de verano viajamos con un amigo y mi hermano menor a la carretera “Austral”, en el sur de Chile. La misma está llena de hermosos parajes, mucha vegetación y lugares poco explorados por el hombre. Fuimos en Jeep, lo que nos permitió recorrer mucho más terreno, porque existe muy poca locomoción interurbana en aquella zona. En su mayor parte, la carretera no está pavimentada. Está cubierta de unas piedrecitas pequeñas (ripio) que hacen que el trayecto sea peligroso y que haya que manejar con mucho cuidado.
Nuestro viaje fue magnífico. Siempre tuve la seguridad de que Dios estaba con nosotros, cuidándonos y guiándonos por el camino correcto. Cuando surgía algún problema, ya fueran problemas entre nosotros, de carácter mecánico, de alojamiento o de encontrar transbordadores, siempre lo resolvíamos mediante la oración.
Cuando veníamos de regreso, después de dos maravillosas semanas, ocurrió algo que me confirmó que viajábamos bajo la protección del Amor.
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