Nos sentamos con una amiga a hablar del amor. Ella parecía muy desilusionada. Pensaba que el amor era engañoso, impulsivo e incierto. Lo veía como algo que va y viene, como un ideal imposible.
— Te enamoras en un instante — me dijo — y después te dejan y te quedas dolorida, triste y sientes que no vales nada.
Ella llegó a la conclusión de que enamorarse nos vuelve vulnerables. Dijo: — Abusan de ti o te vuelves una hipócrita que ama superficialmente, complaciendo a las personas para caerles bien, pero sintiéndote herida, débil y triste por dentro.
El amor puede parecer frágil. Y cuando no es más que una emoción o una atracción física, puede llegar a desilusionar.
Pero existe un amor que no desilusiona, y permanece para siempre: “Con amor eterno te he amado”. Jeremías 31:3.. 1 Juan 4:16. Este amor viene de Dios, que es el Amor mismo. Es perfecto, profundo, magnífico. El escepticismo, la tristeza, la hipocresía, los sentimientos heridos y el desengaño, desaparecen ante su presencia. Podemos confiar totalmente en el amor de Dios, porque es eterno y nunca nos abandona. Está tan cerca y disponible como el aire que respiramos. Cada individuo incluye en sí mismo esta hermosa cualidad porque somos la expresión de Dios y por eso el amor es algo natural para nosotros.
Puesto que Dios está presente en todas partes, es imposible que estemos separados del Amor. En 1 Juan leemos: “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios. y Dios en él”. Juan 15:12. “Permanecer” en el amor es simplemente amar, actuar con el amor que es inherente a nosotros. Y el amor que se vive es el amor que se siente.
Pero si usted está angustiado por un desengaño, quizás todo esto le parezca que no es práctico. Cuando una de nuestras hijas se fue a estudiar a la universidad, su novio me llamaba por teléfono a menudo o me visitaba. Algunas veces me ayudaba en la cocina y en una oportunidad incluso nos ayudó a pintar la casa. Era como un miembro más de la familia.
Pero después de unas vacaciones de primavera mi hija y el joven rompieron relaciones. Sus llamadas y sus visitas cesaron. Aunque mi hija se sentía bien con la decisión, yo lo echaba de menos y vi esto como una falta de consideración de su parte. Yo quería cumplir con esta regla: “Que os améis unos a otros”. Ciencia y Salud, pág. 494. Sentía que la única manera de salir del problema era orar.
Al cabo de mucho tiempo, he aprendido que escuchar la guía divina del Amor y esperar su consuelo, es en definitiva lo que resuelve los problemas. La oración me ha sanado muchas veces. Dios me ha ayudado al darme una palabra de verdad, discernimiento espiritual o promesas de paz y seguridad. Por eso, aunque me sentía mal, de vez en cuando, me dedicaba a escuchar en silencio. No siempre era fácil porque todavía me sentía triste y herida, pero tenía que continuar escuchando atentamente. Deseaba hacerlo. No era suficiente restarle importancia o dejar el asunto sin resolver.
Un día, mientras conducía a lo largo de un hermoso camino en la montaña, me puse a pensar otra vez en el problema: “Él no nos quiere más”. Entonces Dios invadió mi pensamiento con un claro y gentil recordatorio: “Pero tú sí puedes amarlo”. ¡Qué momento tan especial! Los sentimientos malos y tristes se evaporaron. Por supuesto, ¿qué podía impedirme amar?
Nunca más vi a ese joven ni supe de él, pero cuando pienso en él, lo hago con amor.
Después comprendí que no echaba de menos el ser amada, sino el amar, porque es tan natural como ser honesto. Amar significa dar más que recibir, así como una flor exhala su aroma porque eso es lo que las flores hacen. Las circunstancias o el ambiente no pueden impedir que las flores exhalen su perfume.
Aprendí también que el amor no es posesivo, sino generoso. En ese momento de percepción, vi que mi capacidad de amar no dependía de una persona o de una cosa. El amor es una cualidad que reflejamos y que está tan presente como Dios.
Vivir una vida de amor constante requiere toda nuestra atención. Pero aun en medio de lo que a veces parece ser falta de amor, la oración nos abre el pensamiento para recibir el amor de Dios.
“El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.4 Eso es lo que me sucedió a mí y es una promesa para todos.
