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La pureza trae curación física

Del número de julio de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace seis años, descubrí que me habían salido varios bultos debajo de los brazos. Aunque no me dolían, sabía que no era bueno que los tuviera. Le pedí a un practicista de la Christian Science que orara conmigo.

Estudié referencias de la Biblia y de Ciencia y Salud. Un pasaje me indicó claramente que debía mantener mi pensamiento puro en todo momento, sin tener en cuenta lo que estaba sucediendo: “Es la espiritualización del pensamiento y la cristianización de la vida diaria, en contraste con los resultados de la horrible farsa de la existencia material; es la castidad y pureza, en contraste con las tendencias degradantes y la gravitación hacia lo terrenal del sensualismo y de la impureza, lo que realmente comprueba el origen y la eficacia divinos de la Ciencia Cristiana” (Ciencia y Salud, pág. 272).

Comencé a orar para limpiar mi pensamiento de todo resentimiento. Esto fue maravilloso, porque me hizo progresar y sentirme liberada. Durante esa época tomé la decisión de aprender todo lo que pudiera de mi relación con Dios.

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