La Práctica de la curación espiritual es quizás el elemento por el cual la Christian Science es más conocida. Pertenezco a la cuarta generación de Científicos Cristianos de mi familia, y muchas veces he sido testigo de la eficacia de esta Ciencia, por lo que estoy convencida de que funciona. Pero también entiendo que quienes no están familiarizados con ella bien pueden preguntarse cómo puede haber gente que confía en Dios para recuperar la salud.
Hace muchos años, tuve una experiencia que ilustró la eficacia de este sistema de curación. Un dentista me dijo que tenía que extraerme un diente, agregando que el procedimiento era muy sencillo. Acepté sin pensar mucho en ello. Después de la intervención, me dio algunos calmantes para que tomara cuando se me fuera el efecto de la anestesia (aunque yo estaba segura de que no iba a necesitarlos). Sin embargo, muy pronto comencé a sentir mucho dolor. Después de algunas horas, el dolor no cedía y me atemorizé tanto que decidí tomar el calmante. Pero en lugar de aliviarme, comencé a sentirme peor. De modo que simplemente soporté el dolor. A la mañana siguiente, llamé por teléfono al dentista, quien me dijo: "Bueno, no quise asustarla, pero le esperan varios días de dolor antes de que se sienta bien".
La identidad espiritual es perfecta...
Después de hablar con el dentista, llamé a una practicista de la Christian Science y le conté lo que me pasaba. La practicista me aseguró que se pondría a orar por mí de inmediato. En menos de cinco minutos, el dolor desapareció y jamás volvió.
¿Qué había sucedido? La oración me ayudó a tomar conciencia de que mi identidad espiritual es perfecta, y en ella no puede haber dolor de ninguna clase. Al orar pude descartar la creencia tan equivocada de que la materia pueda tener vida, creencia que yo había reforzado al tomar las píldoras pensando que me podían ayudar. Percibí que Dios es Espíritu y que yo soy Su idea espiritual, y que, por lo tanto, expreso la perfección y la armonía de Dios. La curación se produjo en los pocos minutos de haber tenido esa percepción.
Pero la mejor parte de esa experiencia no fue sólo el haberme librado de horas de dolor, sino de haber sentido el amor y el tierno cuidado de Dios, que todavía recuerdo, años después de esa experiencia. Aquella curación se transformó en el fundamento de mi crecimiento espiritual, pues me ayudó a tomar la firme resolución de entender mejor a Dios.
El tratamiento de la Christian Science no sólo me sanó del problema físico, sino que transformó mi punto de vista sobre cómo obtener una curación. Me ayudó a cambiar la creencia de que la materia pueda tener sensación, por la verdad de que mi identidad es espiritual y por siempre una con Dios.
El tratamiento espiritual con su fuerza redentora trae el alivio deseado, pero también nos ayuda a superar cada vez más el pecado, la enfermedad, e incluso la muerte. Cristo Jesús dijo: "...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". Juan 10:10. Optar por la curación espiritual es mucho más que la mera búsqueda de alivio de una dolencia física. Es seguir a Cristo Jesús en su misión redentora para toda la humanidad.
...y en ella no puede haber dolor.
En lugar de aceptar que la materia define, modifica y finalmente pone fin a la vida, podemos saber que la Vida es Dios. Podemos comenzar a probar los hechos espirituales de la Vida como Jesús dijo que todos sus seguidores serían capaces de hacer.
Mary Baker Eddy escribe: "El sanar las enfermedades físicas, es la mínima parte de la Ciencia Cristiana. Es sólo la llamada de clarín al pensamiento y la acción, en la esfera más alta de la bondad infinita".Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 2. Cuando uno decide confiar en la oración cristiana y científica, hace mucho más que elegir un sistema de curación. Está optando por la Vida, Vida que es eterna e infinita. Es ser testigo de la obra y la voluntad de Dios. Es optar por romper la ilusión de que la materia constituye la vida. Es seguir el camino que marcó Jesús, que nos conduce a alcanzar un sentido cada vez más claro del poder, la presencia y el amor de Dios.
