Uno de mis compañeros de la universidad tenía cincuenta años. En esa época yo tenía diecinueve, y pensaba que le resultaría imposible cumplir con las exigencias de la carrera, porque creía que la edad era determinante para el aprendizaje. Sin embargo a él le iba muy bien en las clases.
Las universidades han encontrado un interés cada vez mayor entre las personas jubiladas que quieren permanecer activas e incluso iniciar nuevas carreras. La Universidad de DuPage en Illinois, Estados Unidos, tiene un Instituto para Adultos que cuenta con 2.200 estudiantes. La mayoría tiene entre sesenta y cinco y más de noventa años. Entre las clases preferidas se encuentran Grandes Concertistas/ Grandes Compositores. Otros cursos incluyen ciencias sociales, democracia y economía mundial.Chicago Tribune, 13 de diciembre de 1999.
El Instituto para Adultos no es lo único que interesa a los estudiantes de edad avanzada. Hay más de nueve mil alumnos de más de cincuenta y cinco años anotados en los cursos normales de las universidades.Chicago Tribune, 27 de octubre de 1999.
¿Quién dice que las personas mayores no pueden o no quieren aprender?
El aprendizaje comienza con el nacimiento, y algunos dicen que incluso antes. Un bebé que es incapaz de darse vuelta sobre sí mismo y sin nada más que el llanto para comunicarse, se convierte en un niño que camina, corre, salta y habla con frases completas. Este niño llega a la madurez aprendiendo en forma continua. Es natural querer aprender y dejar atrás la pasada manera de hacer las cosas. En su sentido más elevado, el aprendizaje ilustra que la naturaleza espiritual de cada individuo se desarrolla continuamente en toda su capacidad y sabiduría. Ese proceso no tiene fin.
El verdadero crecimiento nos permite entender mejor lo que significa ser el hijo de Dios. Dios es Mente, por eso Sus hijos expresan inteligencia, sabiduría y entendimiento en forma natural. Estas cualidades no decaen ni disminuyen con la edad.
Cristo Jesús sabía que tanto él como los demás eran los hijos de Dios y que poseían capacidades ilimitadas. Dijo: "...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia". Juan 10:10. También dijo: "Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos". Juan 10:9.
El amor a Dios y al prójimo nos permite tener una vida plena. Nos ayuda a aprender y a mejorar hasta que logramos comprender la naturaleza espiritual y perfecta que Dios nos ha otorgado, cualesquiera sean o hayan sido nuestras circunstancias.
Cada nuevo descubrimiento en astronomía, cada nuevo avance en la búsqueda de la composición básica del universo, así como cada paso de progreso en las artes o en la literatura, aumenta la capacidad de los seres humanos. Este progreso revela la capacidad ilimitada que todos poseemos gracias a la relación que tenemos con nuestro Hacedor.
Hace más de un siglo, Mary Baker Eddy reconoció que el pensamiento y la búsqueda espiritual podían acabar con las limitaciones humanas que nos mantienen prisioneros. Ella escribió en Ciencia y Salud: "Por medio de la astronomía, la historia natural, la química, la música y las matemáticas, el pensamiento regresa con naturalidad de efecto a causa... La observación, la inventiva, el estudio y el pensamiento original son expansivos y debieran promover el desarrollo de la mente mortal para que salga de sí misma, de todo lo que es mortal". Ciencia y Salud, pág. 195.
Al cambiar el concepto material que tenemos de nosotros mismos a uno de bondad y perfección espirituales, ya no nos atraerá el aprendizaje improductivo. Nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos seremos guiados hacia aquello que nos permita utilizar las habilidades que Dios nos ha concedido. Él nos ha dado la capacidad de tomar buenas decisiones. Es nuestro trabajo hacer uso de esa sabiduría y de esa inteligencia.
La gente de edad avanzada tiene mucho para ofrecer. Su sabiduría y conocimientos profundos ganados a través de años de experiencia, son muy valiosos. Sin embargo, muchos se sienten dejados de lado e incluso abrumados por el avance tan rápido de la tecnología.
Como respuesta a esto, una universidad está desarrollando un programa especial. Ofrece cursos de computación que reúnen a adolescentes y adultos mayores, con poco o ningún conocimiento de computación. El objetivo del curso es lograr que cada grupo aprenda a utilizar la habilidad del otro. Un artículo del diario Chicago Tribune dice: "La base de este proyecto es que los jóvenes saben cómo entrar al Internet y extraer distinto tipo de información, pero no saben cómo analizar o interpretar dicha información. Por otro lado, algunos adultos saben cómo interpretar la información que se les presenta pero no conocen lo suficiente de computación como para acceder a ella. Al reunir los dos grupos, uno aprende del otro".Chicago Tribune, 27 de octubre de 1999.
Nunca es demasiado tarde para aprender. No importa cuál sea nuestra posición en la vida, siempre se encuentran oportunidades para desarrollarse. Me encanta la historia de una mujer de más de ochenta años que comenzó a estudiar un idioma extranjero. Un amigo le preguntó: "¿Por qué haces esto? Tienes más de ochenta años". La mujer le contestó: "Bueno, si no lo aprendo ahora, ¿cuándo lo voy a aprender?"
Como hijos de Dios, ya poseemos inteligencia ilimitada. La capacidad para entender mejor ese hecho espiritual, está siempre a nuestro alcance. El aprendizaje es una parte integral de nuestra experiencia diaria y no puede ser retardado ni detenido por el paso del tiempo.
