La Comentarista dijo que necesitábamos tener un "nuevo concepto de la vejez". Ella trabajaba en geriatría y hablaba sobre temas asociados con la gente mayor.
Sus palabras me hicieron pensar en lo que Ciencia y Salud dice sobre el tema. Es un punto de vista práctico que trae mucho más consuelo y alegría que el concepto de que, aunque el envejecimiento sea inevitable, podemos al menos posponer o tratar de palear las tragedias que trae aparejadas.
La autora, Mary Baker Eddy, escribe: "Jamás registréis edades. Los datos cronológicos no son parte de la vasta eternidad. Los horarios de nacimiento y defunción son otras tantas conspiraciones contra hombres y mujeres". En la misma página añade: "La Vida es eterna. Debiéramos descubrir eso y comenzar a demostrarlo. La Vida y el bien son inmortales. Modelemos, pues, nuestros conceptos de la existencia en belleza, lozanía y continuidad, en lugar de vejez y decrepitud".Ciencia y Salud, pág. 246.
Estas palabras tienen un significado muy especial para mí porque me ayudaron a superar una experiencia que tuve. Después de muchos años de desempeñarme como escritora profesional, de pronto comencé a oír que hoy los editores prefieren novelas escritas por jóvenes con mucho futuro por delante. También se decía que querían libros de contenido sensacionalista e incluso escalofriante, temas sobre los cuales yo nunca había escrito. En una ocasión me rechazaron un libro, y un agente literario me aconsejó que nunca incluyera la lista completa de mis publicaciones porque eso ponía en evidencia mi edad.
Yo había estado trabajando en una nueva novela durante meses, cuando comencé a sentir que todo ese esfuerzo era en vano. No solamente no era sensacionalista, sino que tendía a ser algo pasado de moda. Me sentía cada vez más anticuada, incluso tenía miedo de haber perdido mi talento para escribir.
Un día, en el que me sentía muy desalentada, leí una vez más lo que dice la Sra. Eddy sobre el envejecimiento. Lo que más me impactó fueron estas palabras llenas de alegría y confianza: "La Vida es eterna. Debiéramos descubrir eso y comenzar a demostrarlo".
Estas frases contrastaban vívidamente con el miedo de que mi carrera estuviera acabándose a causa de mi edad. Fue como si hubieran sido escritas para mí. Acepté ese gentil llamado a la acción y comencé humildemente a "descubrir" lo que necesitaba entender sobre la vida eterna.
Lo primero que se me ocurrió fue que Vida es uno de los siete sinónimos empleados en la definición de Dios en Ciencia y Salud. También me di cuenta de que Cristo Jesús nos enseñó que todos somos los amados hijos de Dios. Por lo tanto, razoné que somos los hijos de la "...Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad, Amor, incorpóreos, divinos, supremos, infinitos". Ibid., pág. 465.
En innumerables ocasiones he sanado de enfermedades físicas al entender mi verdadera naturaleza espiritual e indestructible como hija de Dios. Vi claramente que si Dios es Todo, llena todo el espacio y la eternidad sin medida, no puede haber ningún cambio en Él o en mí, Su reflejo. No puede haber decadencia o deterioro en esa totalidad; sólo el Ser infinito, completo y perfecto.
Esto me recordó un pasaje de la Biblia que me es muy querido: "Todo buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación". Santiago 1:17.
Supe que la habilidad que había estado empleando por años, no podía deteriorase porque al igual que toda otra habilidad, es creada y establecida por Dios. Emana del Amor divino e inalterable.
Esos momentos de oración me fortalecían. Creía humildemente y en verdad que la idea para el libro que había estado escribiendo había venido por inspiración divina. Como todas las dádivas de Dios, tenía un propósito especial, aun cuando ese propósito hubiera sido solamente darme el gozo de escribir, fuera o no aceptado para su publicación. En las semanas siguientes, hubo momentos en los que nuevamente tuve que superar el desaliento que sentía, pero recurrí a la verdad de que Dios y Su reflejo no sufren deterioro.
Al principio de este proyecto, asistí a una reunión de escritores donde la mayoría de los concurrentes, así como el orador designado, eran muy jóvenes. Me llamó la atención su expectativa y su confianza. "Son jóvenes" pensé con envidia y nostalgia. "¡No tienen límite de tiempo, su futuro es ilimitado, pero ése no es mi caso. Nadie va a rechazar su trabajo simplemente porque hace mucho que lo están haciendo!"
Ese pensamiento me hizo detenerme en seco. No sólo porque era limitante y ajeno a las oraciones que había estado tratando de poner en práctica. Me di cuenta de que en realidad yo no estaba lidiando con el punto de vista equivocado que tenían los redactores o editores, sino con el razonamiento errado de mi propio pensamiento. A partir de ese momento, me esforcé por tratar de comprender que la Vida es inmutable, y yo soy el reflejo de ella. Me esforcé por ver en los demás — familiares, amigos, en todos — las inalterables cualidades que quería ver reflejadas en mi propia vida. Las encontré en abundancia – amor y humor, compasión, razón y orden – y me maravillé más que nunca de la prodigiosa belleza de la creación de Dios, en cada una de las evidencias de Su amor inmutable.
Terminé de escribir mi libro y me sentí impulsada a enviárselo a un editor en quien nunca antes había pensado. En la carta que envié adjunta, incluí una lista de todas mis publicaciones, rehusando aceptar el temor de que al hacerlo ponía en evidencia mi edad. Pocas semanas después, me informaron que el libro había sido aceptado. El editor que me llamó por teléfono me dijo que estaba muy contento de haber encontrado en el manuscrito precisamente las ideas que en algún momento temí que estuvieran pasadas de moda.
Una vez más sentí el dulce impulso de la paz que siempre experimento cuando tengo una curación por medio de la Christian Science. En realidad la curación comenzó cuando, atormentada por el miedo a los prejuicios que existen contra los escritores de más edad, comencé a orar y a estudiar acerca de lo que la Christian Science nos presenta sobre nuestra verdadera naturaleza y vida. Todos debemos dejar de lado los pensamientos de vejez y decrepitud, y aprender más a fondo lo que significa Vida eterna, la Vida que nos ha creado de Sí misma.
