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Un día en la playa

Del número de julio de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un día fui a la playa con mi familia. Mis primos y yo nos metimos en el agua a nadar un rato. El mar estaba lleno de aguas vivas, y algunos bañistas habían sido lastimados. Como sabes, el agua viva [aguamala] es un animalito pequeño que parece gelatina, y flota en el agua. Cuando te toca te quema.

La cuestión es que ese día un agua viva me tocó la cara. Me hizo doler y se me puso la cara toda colorada. Salí del agua llorando.

Soy alumna de la Escuela Dominical de la Christian Science, entonces me puse a pensar en lo que había aprendido sobre la creación de Dios. Pensé que las aguas vivas no tenían ninguna razón para lastimarme, porque ellas también son ideas creadas por Dios. Él no crea ideas para que les hagan daño a otras ideas, porque Dios es inteligente y nos quiere mucho. También me acordé de que estamos sanos dondequiera que estemos y en todo momento, porque Dios está en todas partes. La felicidad que yo había sentido de estar en la playa había venido de Dios. Él es quien nos mantiene sanos y contentos.

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