Una noche de invierno, cuando regresé a casa de la escuela, el ascensor de nuestro edificio estaba fuera de servicio. Yo vivo en el séptimo piso y tuve que subir por las escaleras. En algunos pisos no había luz. Cuando llegué al cuarto piso, sentí miedo de seguir subiendo por la escalera oscura. Pero me dije que Dios me protegía y seguí adelante. Las luces estaban apagadas, pero yo no sentí la oscuridad. Le agradecí a Dios por haberme dado la fortaleza de seguir subiendo por esas escaleras oscuras.
San Petersburgo, Rusia
Quisiera contarles algunas experiencias que he tenido y por las que estoy muy agradecido a Dios.
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