Una noche de invierno, cuando regresé a casa de la escuela, el ascensor de nuestro edificio estaba fuera de servicio. Yo vivo en el séptimo piso y tuve que subir por las escaleras. En algunos pisos no había luz. Cuando llegué al cuarto piso, sentí miedo de seguir subiendo por la escalera oscura. Pero me dije que Dios me protegía y seguí adelante. Las luces estaban apagadas, pero yo no sentí la oscuridad. Le agradecí a Dios por haberme dado la fortaleza de seguir subiendo por esas escaleras oscuras.
San Petersburgo, Rusia
Todos los planetas... y yo
Quisiera contarles algunas experiencias que he tenido y por las que estoy muy agradecido a Dios.
Hace unos días vi unas fotos de cuando yo era chico, en esas fotos mis piernas estaban torcidas. Hablé con mis padres de eso. Ellos me contaron que habíamos orado para reconocer que como hijo de Dios yo era perfecto y nada se podía desviar de su lugar. Luego de un tiempo esa apariencia de mis piernas había desaparecido y así siguen hasta ahora.
Un día jugando con mi hermana ella me dio un golpe en los dientes, y uno de mis dientes permanentes se aflojó y se torció hacia adentro. Toda la familia oró por mí y también una practicista nos apoyó orando. Mi mamá conversó conmigo y me dijo que así como Dios mantiene los planetas en sus órbitas justo en su lugar, también sostendría mis dientes. Mantuvimos este pensamiento sin mirarlos. Al rato cuando los volvimos a mirar el diente ya estaba en su lugar y yo no sentía dolor.
Pasados unos días tuve que visitar al dentista y me felicitó por lo firme de mis dientes y porque cada uno estaba en su lugar.
Montevideo, Uruguay
En bicicleta de la mano de Dios
Me gusta mucho andar en bicicleta, hace dos meses aprendí a andar. A veces hago mandados, pero hay muchos perros que me asustan porque ladran y corren al lado mío.
Un día estaba dando la vuelta a la manzana y me encontré con un perro que ladraba y yo me asusté. Después empezó a perseguirme. Entonces pensé que Dios no podía crear algo o alguien que me lastimara. En un momento creí que el perro iba a morderme, pero al mantener el pensamiento de que nada de lo que Dios creó puede lastimarme, el perro finalmente se alejó. Me sentí feliz porque Dios me protegió.
Cuando llegué a mi casa le conté a mis padres y ellos se alegraron de que usara las cosas que aprendo de Dios en la Escuela Dominical y en casa.
Montevideo, Uruguay
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