Hace aproximadamente 8 años, tenía problemas con mi visión. Cuando quería buscar un número telefónico tenía que hacerlo al rayo del sol, y por la noche al manejar en la ruta, me costaba trabajo ver la línea blanca del pavimento.
Mi familia me aconsejó usar lentes. Pero yo tenía la profunda convicción de que para Dios no hay nada imposible. Además, la promesa de Cristo Jesús, “El que en mí cree las obras que yo hago, él las hará también” (Juan 14:12), me dio el ánimo que necesitaba para poder resolver el problema por medios espirituales.
Encontré además inspiración en esta definición que da Ciencia y Salud: “Ojos. Discernimiento espiritual — no material, sino mental”.
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