Hace Un Tiempo, leí una lista de tendencias negativas asociadas con la llegada del nuevo milenio: falta de unidad, cinismo, rechazo de la autoridad y la creencia de que es necesaria la persecución. Al considerar estos elementos a la luz de la relación que tenía con mi hija Melinda en aquella época, me di cuenta de que esa lista describía lo que mi hogar era entonces.
Puesto que ninguna de esas condiciones proceden de Dios, no poseen causa real, por más que a veces parecen presentar bastantes problemas. Sólo Dios es la única causa y todo efecto real procede de esta causa única. Y puesto que Dios es el bien, todo efecto real también debe ser bueno. Las actitudes negativas que estaba viendo en mi hija y que yo misma a veces sentía, eran como una película con escenas exageradas, que aunque sabemos que son ficticias, parecen muy reales cuando las estamos viendo. De modo que ninguna de esas actitudes podía tener influencia sobre nuestra relación.
Mis motivos debían volverse más puros y mis acciones, más serenas y equilibradas
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