La Sierra Madre en el norte y los Andes en el sur se hermanan en una cordillera continua no vista en ninguna otra parte del mundo. Son como brazos enlazados en una danza jubilosa cuya melodía culmina en un crescendo monumental — con los picos llegando a su máxima altura en un sur de agreste belleza.
Esta cadena de montañas que se dibuja alta en el horizonte ha forjado las culturas de la región, como lo han hecho los ideales de unidad, altruismo y libertad. Mucha gente de figura indiscutible en cada país latinoamericano tuvo como denominador común el amor a la libertad. Con particular fervor, hicieron propios estos ideales, los que fluyen a través de la historia dando evidencia de la guía y el poder omnímodos del Divino.
Uno de estos ideales, como se mencionó, es el de unidad. En Uruguay, José de Artigas lo vio así: “Los pueblos de la América del Sur están íntimamente unidos por vínculos de naturaleza e intereses recíprocos”. Simón Bolívar elevó su deseo a Dios, diciendo: “Señor, espero que me autoricéis para unir con los vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado por hermanos”. José de San Martín lo expresó desde su Argentina: “La unión y la confraternidad, tales serán los sentimientos que hayan de nivelar mi conducta pública cuando se trate de la dicha y de los intereses de los otros pueblos”.
Otro ideal por el que estos próceres se destacaron fue el altruismo. Esto se hace evidente en Bolívar, cuando dice: “El que abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada, y gana cuanto le consagra”. Y Bernardo O'Higgins también dice en Chile: “Mis intereses personales son los que menos he cuidado en toda mi vida, particularmente cuando los de mi patria están de por medio”.
Los ideales de unidad, altruismo y libertad forjaron esta región.
Y aún otro ideal por lo que estos queridos patriotas lucharon fue el de la libertad. Basten estas cortas frases para dar una idea. “Con libertad ni ofendo ni temo” (Artigas). “Si somos libres, todo nos sobra” (San Martín).
La fuerza de estos ideales de unidad, altruismo y libertad radica en un poder espiritual que va más allá de lo personal. Estos, y muchos otros próceres que son muy queridos en sus países, fueron receptivos a estos ideales que los llenó de valor para levantar naciones.
Es Dios, el Principio divino, quien origina y desarrolla todo ideal bueno. Así como las montañas de esta cordillera americana contienen grandes riquezas minerales, recogen la nieve que se derrite bañando las praderas, llenan de belleza el paisaje, así, los pensamientos de Dios constituyen toda la creación y la benefician. Estos pensamientos e ideales que provienen de Dios están siempre presentes, y cada uno los interpreta de manera individual.
Hay otro líder revolucionario en las Américas que, de manera única, elucidó y vivió ideales espirituales. Esta persona fue Mary Baker Eddy, quien descubrió la Christian Science. Ella dedicó toda su vida a hacer el bien y ayudar a la humanidad. Nacida en 1821 en New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos, e inspirada por un espíritu de libertad que fue más allá de las circunstancias físicas, la Sra. Eddy escribió Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Durante 125 años, este libro ha ayudado a sus lectores a hallar fuerza y valor provenientes de Dios, a ganar una mayor comprensión espiritual de Él y liberarse así de la enfermedad y el sufrimiento.
Todos podemos vencer limitaciones y aspirar a ideales más elevados.
Habiendo vendido más de 10 millones de ejemplares, Ciencia y Salud está llevando la curación espiritual a las áreas más recónditas del globo. Su mensaje apunta alto en el horizonte de las esperanzas y muestra que el Principio de toda la creación actúa, como siempre lo ha estado haciendo, individual y colectivamente, para salvarnos de toda limitación.
Hoy, todos podemos aprovechar las enseñanzas de este libro; todos podemos vencer limitaciones y podemos aspirar a ideales más elevados, como los que estos próceres llevaron a la práctica.
La Christian Science, basada en las enseñanzas de Cristo Jesús, trae al primer plano de nuestra vida estos ideales. Es posible hacerlos nuestros y encontrar recompensa en ellos. No son extraños a la naturaleza espiritual e innata de todos. Dios nos los dio y los mantiene firmes en nosotros con el propósito de que podamos estar unidos a los ideales de libertad individual y colectiva de todos los pueblos del mundo.