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También sana animalitos

Del número de septiembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Siempre Me han gustado los animales y disfruto mucho la compañía de mi mascota, una perra mestiza que encontré frente a mi casa.

Hace un mes, me conmovió ver un perrito abandonado, enfermo y temblando frente a una puerta. Por un momento, sentí ganas de llorar al ver su aspecto tan lastimoso, pero sabiendo que eso no lo ayudaría, decidí pensar en él desde un punto de vista más espiritual, pensando que era una creación perfecta de Dios, y por ende estaba bajo Su cuidado.

Hace unos días, iba hacia la casa de una amiga, cuando me encontré con su primo, y me contó que el gatito de ella había sufrido un accidente. La rueda de un auto le había pasado por encima. Yo sé cuánto quiere ella a su gato, por lo que comencé a pensar que ese animalito era inocente y que ningún accidente podía formar parte de su vida. Continué caminando y pensando de esta manera cuando, de pronto, me encontré con el perro por el que había orado días antes. ¡Qué diferente se veía! Estaba sano, gordo y tenía un collar rojo, señal inequívoca de que había sido adoptado.

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