Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La curación metafíscia

Una oración diferente

Del número de septiembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Vivo en Massachusetts, y en el verano me gusta salir a caminar en los días soleados y respirar el aire puro. Pero en los últimos años, he agregado algo a mis caminatas, que ha hecho que sean mucho mejores: oro.

Tal vez pienses que la oración es algo muy solemne para una caminata a pleno sol, que la oración necesita el silencio sagrado de una iglesia. Claro que ése es un lugar maravilloso para orar, pero la oración puede ser tan alegre como una danza, y puede realizarse en cualquier lugar.

El caso es que no necesitas estar caminando en un día soleado ni estar hincado en una iglesia para orar: puedes orar en cualquier lugar. Algunas de mis oraciones más eficaces han sido en la oficina, en el metro, en una calle del centro de la ciudad, de noche, tarde, e incluso al cruzar el Atlántico en un angosto asiento de clase turista en un avión. Aun en lugares donde uno podría llegar a sentirse encerrado allí podemos respirar un poco de oración fresca.

¿Cómo es la oración eficaz? Para mí, es la oración que tiene un resultado benéfico y práctico. Pienso que la oración es el acto de recordar que Dios es bueno y que en consecuencia la creación de Dios es buena, y eso me incluye a mí. La oración mejora el pensamiento porque nos permite percibir mejor la realidad. A su vez, esta visión renovada de la realidad, y de la naturaleza espiritual de toda la creación de Dios, produce cambios maravillosos en la vida.

Por ejemplo, un día en el trabajo empecé a sentirme mal con lo que parecía ser un resfriado o quizá gripe. Al principio pensé que sería muy molesto estar enfermo, pero luego pensé que debía orar en respuesta a esos síntomas, en vez de resignarme a ellos. Así que, mientras continuaba con mis actividades, estuve pensando que Dios es el origen de todo lo que es bueno. Luego, pedí poder comprender que Dios también era la causa de todo lo que me sucedía, y que dado que Dios no creó el resfriado ni la gripe, estos no podían ser parte de mi vida.

El pensamiento de que se estuviera gestando un resfriado, fue como si un extraño estuviera golpeando la puerta para poder entrar. Pero el extraño no podía entrar a menos que yo le abriera la puerta — en este caso la puerta de mis pensamientos — y le diera la bienvenida como si fuera su casa. En lugar de eso, me negué a permitir que entraran los pensamientos de enfermedad. Estaba convencido de que mi oración era poderosa. Después de esa oración breve, los síntomas desaparecieron y la enfermedad no se manifestó.

Este tipo de experiencias es una muestra clara del beneficio que brinda la oración. También me encanta orar cuando estoy sano. Una de mis descripciones favoritas de la oración es ésta: “La oración engendra un deseo vivo de ser buenos y de hacer el bien. Hace descubrimientos nuevos y científicos de Dios, — de Su bondad y Su poder. Nos muestra más claramente de lo que antes habíamos visto, lo que ya poseemos y somos; y sobre todo, nos muestra lo que es Dios”.No y Sí, pág. 39.

Como el viento que al soplar barre la basura y limpia un hermoso paisaje, o la brisa que reemplaza el aire viciado con aire fresco, así los “descubrimientos nuevos y científicos de Dios” siempre están a la espera para limpiar nuestro pensamiento y nuestra vida. Permitirles la entrada es similar a la comparación que hace Jesús sobre el efecto de la oración. A un hombre, le dijo que debía nacer de nuevo “de agua y del Espíritu”. Juan 3:5. Esto quizás indique que se necesita un cambio en la manera de vivir de una persona. Pero creo que también se refiere a la necesidad de que haya una renovación espiritual constante por medio de la oración. Jesús describió el origen de ese nacimiento espiritual que purifica, en estas bellas palabras: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Juan 3:8.

El “viento” del Espíritu universal siempre está soplando. Cuando las puertas están abiertas, las ideas frescas se mueven por los pasillos de nuestro pensamiento, cambiando nuestro punto de vista y nuestras acciones. La oración nos ayuda a abrir nuestro corazón a las ideas de Dios, y hace que éstas estimulen y transformen nuestra vida. Así que vamos, ¡respira hondo!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.