Vivo en Massachusetts, y en el verano me gusta salir a caminar en los días soleados y respirar el aire puro. Pero en los últimos años, he agregado algo a mis caminatas, que ha hecho que sean mucho mejores: oro.
Tal vez pienses que la oración es algo muy solemne para una caminata a pleno sol, que la oración necesita el silencio sagrado de una iglesia. Claro que ése es un lugar maravilloso para orar, pero la oración puede ser tan alegre como una danza, y puede realizarse en cualquier lugar.
El caso es que no necesitas estar caminando en un día soleado ni estar hincado en una iglesia para orar: puedes orar en cualquier lugar. Algunas de mis oraciones más eficaces han sido en la oficina, en el metro, en una calle del centro de la ciudad, de noche, tarde, e incluso al cruzar el Atlántico en un angosto asiento de clase turista en un avión. Aun en lugares donde uno podría llegar a sentirse encerrado allí podemos respirar un poco de oración fresca.
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