Todos enfrentamos desafíos en nuestra vida diaria que a menudo se presentan sin previo aviso. En esas ocasiones, tratamos de enfrentarlos con los medios humanos a nuestro alcance. Pero cuando buscamos soluciones por medios espirituales podemos comenzar por saber que la verdad que viene de Dios está en operación en toda situación, por más serio que sea el caso. Al hacerlo, sentimos paz. Comprendemos que en realidad, sólo una Mente, Dios, tiene el control.
En las pequeñas cosas de mi vida diaria, como cuando estoy buscando algo que perdí o estoy llegando tarde a una cita y me encuentro manejando por una calle muy congestionada, trato de saber que la única Mente, Dios, está gobernando, que es “todosapiente”, y que va a responder a cada una de mis necesidades. Cuando oro de este modo, a menudo los artículos perdidos aparecen donde menos lo esperaba, y llego a mi destino a tiempo.
Cuando tengo problemas de relación con miembros de mi familia, amigos o conocidos, puedo sentirme tranquila en medio de airados pensamientos humanos, y expresar gratitud, ante todo, porque me tranquilizo al pensar en Dios y en Sus cualidades. Entonces soy guiada hacia la solución. Incluso si ésta no se manifiesta de inmediato, simplemente el saber que la situación se va a resolver, me trae paz, consuelo y valor.
Hace poco tuve una experiencia que me hizo comprender con certeza que estamos bajo el cuidado de Dios. Escuché en las noticias que habían raptado a una niña de ocho años. El rapto ocurrió una tarde en el parque mientras trataba de seguir a su mamá, quien había salido de compras.
Al principio escuché esto mientras limpiaba la casa, sin detenerme mucho en lo ocurrido. Simplemente pensé que alguien había cometido un acto terrible. Luego recapacité y me di cuenta de que debía expresar más compasión hacia la niña y su familia, y hacer algo útil. Sabía que podía orar. Pensé que como todos somos en realidad el reflejo de Dios, nuestro verdadero ser no puede hacer nada malo. Y me di cuenta de que Dios protegía y cuidaba de la pequeña, porque era una valiosa idea de Él. A medida que oraba, sentí que nadie podía salir lastimado. Continué afirmando estas verdades cada vez que leía en el periódico o escuchaba algo en la televisión sobre el tema.
Pasaron dos días, tres días, y a pesar de la intensa búsqueda que realizaba la policía, no había señales de la niña. La situación era grave, puesto que en el pasado varios niños habían perdido la vida en situaciones similares. Entonces, temprano por la mañana del quinto día, escuché el informe de que habían liberado a la niña cerca de su casa. Un peatón la había reconocido y la había llevado a la casa de sus padres. El hombre que la raptó dijo que no le había hecho ningún daño, porque simplemente quería caminar con esta niña tan dulce. Se entregó a la policía diciendo que lamentaba mucho lo que había hecho.
Cuando lo supe, me embargó una alegría enorme. Me sentía muy feliz de que la hubieran liberado, pero también me sentía feliz y agradecida de saber que cuando oré, como tal vez muchos otros lo hacían, pude ayudar a gente que no conocía. Me sentí contenta de haber obtenido una comprensión clara de que la Verdad está siempre en operación. Le agradecí a Dios de todo corazón por la hermosa solución que dio en este caso.
Zama, Japón