¡Qué Bueno es hacer una pausa en nuestro andar cotidiano! Job debe haber sentido esto cuando dijo: "Detente, y considera las maravillas de Dios". Job 37:14.
Estas palabras de Job, como un llamado de atención, me hacen tomar conciencia de la grandiosidad del Creador y de Su obra. Me ayudan a encontrar descanso y paz interior. Cuando pienso en la palabra "detente", el pensamiento empieza a desacelerarse, a tranquilizarse. Es como ir más despacio, prestar atención, y así poder afirmarnos mentalmente sobre una base más sólida, una base más espiritual, que nos permite comprender mejor a Dios. Mary Baker Eddy nos da una vislumbre de la verdadera naturaleza de Dios, cuando dice: "Si suplicamos a Dios como si fuera una persona corpórea, eso nos impedirá desechar las dudas y temores humanos que acompañan tal creencia, y así no podremos comprender las maravillas realizadas por el Amor infinito e incorpóreo, para quien todas las cosas son posibles".Ciencia y Salud, pág. 13.
Dios me había enviado un hermoso regalo.
¿Y qué significa exactamente la palabra maravilla? El diccionario de la Real Academia Española, la define como: "Suceso o cosa extraordinarios que causan admiración. — Ser singular y excelente". Toda la Creación se ajusta a estas definiciones, por su excelencia y singularidad. Cuando observamos el cielo, los pájaros, las flores, las montañas, los mares, todo lo que nos rodea, y lo hacemos con inspiración, no podemos menos que sentir admiración y gratitud.
Dios, el Amor, que es el Creador del glorioso universo espiritual, está siempre presente para ayudarnos e iluminar nuestros días. Especialmente nos ayuda en esos días grises en que parece tan lejana la alegría, el bienestar y la salud. Siempre me han dado gran inspiración las palabras del Salmista: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley". Salmo 119:18. Con inmensa gratitud al amado Padre, puedo decir que he comprobado estas palabras en mi vida y he quedado, no pocas veces, maravillada.
Recuerdo que hace más de veinte años, cuando llegué a Argentina, quería dedicarme de forma exclusiva a ayudar a los demás con la oración, es decir, ser practicista de la Christian Science. Estaba recién casada y pensaba que era preferible no tener hijos, aunque siempre me habían encantado los niños. Creía que los hijos demandarían tal dedicación y cuidado, que limitarían mi labor como practicista.
Tres años después, cuando descubrí que estaba esperando un bebé, me sentí muy feliz y agradecida a Dios. Contrario a lo que había creído, me pareció que Dios me estaba enviando un hermoso regalo. Tuve un embarazo muy bueno y un parto aún mejor. En ese entonces era organista en los servicios religiosos de la iglesia, y hasta una fecha muy cerca al nacimiento del niño, toqué con mucho gozo y gratitud.
Inclusive en vísperas del alumbramiento, en medio de un invierno muy frío, siendo de madrugada, como no conseguimos un taxi, caminamos con mi esposo hacia la clínica, que quedaba a pocas cuadras de casa. Llevaba conmigo la Biblia y Ciencia y Salud. Cuando llegué a la clínica, la enfermera me recibió con mucha amabilidad, y quería que me acostara de inmediato, en tanto llamaban al facultativo que atendería el parto. Yo le dije que quería quedarme sentada en uno de los sillones de la sala de espera para poder leer de mis libros. Y así lo hice.
Un par de horas más tarde, nacía mi único hijo que para mí fue ver con mis ojos una "maravilla". Era un bebé hermoso, sano y de ojos color cielo. Este hijo no ha sido impedimento alguno para mi labor de practicista. Muy por el contrario, al sentirme tan plena y bendecida, mi corazón siempre ha estado abierto y agradecido a Dios por las amplias posibilidades que me brinda de ayudar a mi prójimo.
Pienso que cuando prestamos atención y nos detenemos a considerar todas las maravillas que existen, el Amor divino nos colma de bendiciones. Entonces se hacen manifiestas en nuestra vida las palabras de Jesús: "No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino". Lucas 12:32.